El juego de mesa.

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El resto del día fue un tanto incómodo; sin comentarios mordaces por parte de mi hermana, sólo silencio y algunas risas gracias a mamá. Habría pagado dinero por tener acceso a sus pensamientos. No mucho. Tal vez mil dólares.

La cena fue aún peor. Apenas estaba allí. Se veía distraída, era como si su cuerpo estuviera presente, pero su mente en otro lugar. Ian intentaba llamar su atención, pero casi nunca funcionaba. Por lo general, siempre es ella quien toma la palabra en las reuniones familiares, así que, desde luego, nuestros padres se percataron de su extraño comportamiento, pero no mencionaron nada. Sin embargo, apuesto a que mamá me va a interrogar al respecto antes de que me vaya dentro de un día. Se van mañana temprano, lo que me entristece. Me gustó tener a Ian cerca. Es un buen tipo...

Me suelto el pelo al rededor de las ocho de la noche. Me pongo otro set de pijama, este es purpura, pero sigue siendo de satén porque... ¿qué sentido tendría ponerse otra cosa cuando Ian y yo vamos a quedar casi a las once de la noche de todos modos? ¿No sería raro que me arreglara? Seguro pensaría que estoy tratando de impresionarlo, y no quiero eso. O pensaría que me estoy arreglando para él. No debe saber que intento gustarle.

Ahora que lo pienso... no he hecho nada todavía para gustarle... Como coquetear y esas cosas. Supongo que tengo tiempo para eso. Primero, necesito que piense en mí... no como la hermana de su esposa, su cuñada, o alguien a quien puede vacilar como si fuéramos adolecentes y eso va a ser difícil. La otra noche fue un lío, pero, supongo que ser yo misma ayudó si sintió la necesidad de darme las gracias de una forma tan... poco convencional. 

Me encuentro deseando verlo... más de lo que debería. Reconozco que los momentos que he pasado con él han hecho que me olvide por completo de Roman y de lo mucho que lo detesto. Su ingenio es muy refrescante y tiene un aura muy tranquilizadora a su alrededor que me gusta... pero mi subconciente se apresura a recordarme que no debo encariñarme con él. Me recuerda las decisiones que tomé, las acciones que llevo a cabo, la razón por la que estoy aquí y lo que acabará ocurriendo. 

No hay un final feliz para este cuento de hadas. Al menos no para mí. 

Así que... decido entretenerme al seguir a mi padre por la casa, y luego observándole trabajar en su despacho. A menudo dibuja a mano algunos planos muy concretos que tiene en mente para sus películas. Son garabatos, pero tienen sentido para él y su equipo. Probablemente lo haría mejor si tuviera una tableta, pero las personas mayores son tan reacias a la tecnología. 

Son las nueve y media y me paseo por la oficina. El aire acondicionado siempre está muy frío, así que doy gracias por llevar un pijama de manga larga. Él está obligado a mantener algunas velas alrededor debido a mamá, por lo que huele un poco a lavanda. 

El "bucle de ideas" de mi padre, como él lo llama, es muy marrón con tonos beige. No es tan espacioso como el resto de las habitaciones de la casa y a menudo mencionaba cómo le gustaba que fuera así. Hay un sofá muy largo de cuero negro. Con el tiempo, había añadido un pequeño sofá en forma de luna color blanco hueso para mí, ya que descubrió lo mucho que me gustaba estar a su lado. No puedo contar la cantidad de veces que me quedé dormida en él. No guarda aquí ninguno de sus galardones, pues le gusta recordar que los premios no son la razón de su pasión por el cine, sino más bien la narración de historias.

Hay unas cuantas fotos enmarcadas de nuestra familia en cada pared y mi primer dibujo de la luna también está enmarcado aquí. Me había dibujado a mí misma en él, sentada en el borde de la luna, gritando ''¡por fin estoy aquí!'' 

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