CAPÍTULO 60

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El sonido de la captura resonó dentro del pequeño espacio, haciendo eco al tiempo que Ana sonreía.

Ella no podía creer la maravillosa cámara que tenía el teléfono de su esposo.

Realmente nunca había sido una chica de fotos y farándula, pero sí que disfrutaba de un buen equipo y su esposo lo tenía.

Era increíble, nunca había tenido un teléfono que captara hasta los más pequeños detalles.

Por suerte ella no tenía acné, porque estaba segura de que se hubiese visto claramente en cada foto que se tomara.

Se tomó un par de fotos muy sugerentes, pensando en dejarle un regalito su esposo en la galería del teléfono.

Se sentía bastante traviesa después de las últimas palabras que habían compartido.

Cada vez que él quería presionarla a obedecer, ella sentía más ganas de llevarle la contraria.

Era algo tan loco, pero la emocionaba.

Sentía que era alguna clase de juego que les gustaba jugar antes de sus mejores momentos juntos.

Al principio le había molestado la actitud celosa de su esposo, pero luego se sintió bien. De alguna manera, el hecho de que su hombre se sintiera inseguro sobre ella le hacía sentir bien.

No necesariamente era algo positivo, pero le hacía darse cuenta de que él si lo estaba viendo de la misma forma en la que ella lo veía.

De que valoraba su presencia en su vida y temía que un día ella lo pudiera dejar.

Él la veía con posesividad.

Ella lo veía con un sentimiento de propiedad tan profundo como la vida misma.

Se pertenecían y ella esperaba que eso durara para siempre.

Por el resto de sus vidas.

La hacía sentirse bien el darse cuenta de que no era la única que estaba enamorada hasta los huesos.

Keelan la mayoría del tiempo actuaba como bruto cuando sus sentimientos más profundos se hacían cargo.

Pero eso no quería decir que de alguna forma no fuera tierno con ella, porque lo era.

Eso es lo que él parecía no saber cómo expresar, sus sentimientos. Cosa que Anastasia también había aprendido a amar, pues al menos podía tener la paz de qué su esposo se preocupaba por explicarle lo que sentía sólo a ella.

Eso lo hacía sentir especial.

Ella amaba la nueva comunicación que compartían y la atesoraba como algo muy valioso. El hecho de que Keelan le dijera abiertamente que se sentía celoso, para ella era algo increíble; pues le ahorraba cualquier tipo de discusión sobre el tema (y su reacción) e iba directamente al punto de lo que él estaba sintiendo.

Sonriendo con sus pensamientos y totalmente satisfecha de las fotos que se estaba tomando, Anastasia decidió pasearse un poco por el menú del teléfono de su esposo.

Era casi imposible no revisar las conversaciones que él tenía, pues a pesar de que confiaba mucho en lo que estaban sintiendo ambos, Anastasia quería asegurarse de que el compromiso que Keelan estaba demostrando (para con ella y el bebé) no eran ideas suyas.

Totalmente emocionada, soltó un chillido al darse cuenta de que su esposo ni siquiera mantenía conversaciones extrañas con otras mujeres.

Todos sus chats trataban acerca del trabajo y eran muy básicas sus conversaciones con su secretaria.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora