CAPÍTULO 61

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—Hablando sobre nuestras vidas y sucesos, debo confesar que el nuevo caso que me pidieron investigar no me gusta mucho. —contó Alexei de pronto. —Dame otro poco. —pidió al tiempo que le hacía señas a Keelan para que le sirviera otro poco más de whisky.

—¿Caso? ¿De qué estás hablando? —preguntó Keelan mientras le servía más bebida su amigo.

—Bien, te cuento... Básicamente conocí a un hombre que me contrató para hacer algún tipo de investigación sobre su esposa perdida. —murmuró Alexei como si no quisiera dar mucha prenda.

—¿Una esposa perdida? Eso suena casi tan loco como el caso de la madre de Anastasia y su reciente interés en encontrar a su hija. —dijo Keelan divertido y Alexei asintió.

—Es demasiado loco... ¿Sabes qué es lo peor? Que la mujer desapareció dejando a su esposo con dos niños pequeños... Realmente me parece una locura, pero tal como le expliqué a él mismo; me parece que la mujer no quiere ser encontrada. —indicó Alexei con su mirada fija en el líquido ámbar de su vaso.

—¿Te digo la verdad? Eso me suena familiar, pero no logro dar con que es como si me estuviera recordando a algo... Pero no me termina de llegar a la mente el qué... —contó Keelan pensativo y le dio un trago a su vaso.

—Bueno, pues la verdad es que no me simpatiza mucho la idea de investigarlo; la mujer no dejó rastro y honestamente siento que se está escondiendo intencionalmente. —indicó Alexei.

—¿Y por qué no te niegas a investigarla? —preguntó su amigo curioso.

—Es buen dinero y lo necesito para un plan que tengo. —indicó Alexei y su amigo lo miro como si le hubiese brotado otra cabeza.

—¿Y para qué demonios vas a necesitar dinero tú? ¿No te es suficiente con el que heredaste? —preguntó Keelan indignado. Sería el colmo después de tener mucho dinero gracias a que su familia era la dueña de la franquicia farmacéutica más grande de Grecia.

Alexei puso los ojos en blanco.

—Es diferente, siempre que uso del dinero de la herencia debo darle cuentas a mi madre de lo que estoy haciendo, y eso generalmente me pone en una situación poco beneficiosa. —explicó. —Además de que me gusta, de vez en cuando, ganarme el dinero por mi propia mano. —agregó.

Keelan no le creyó mucho, pero decidió no insistir más. Habían cosas más importantes para él que ese tema.

—Oye, volviendo al tema de la isla, tomaré la idea que me diste. Creo que lo mejor es que volvamos a tierra, quizá así pueda poner en orden todo dentro del yate y asegurarme realmente de qué no hay nada fuera de lugar aquí dentro. —susurró pensativo.

—Sí, creo que es lo mejor. Además, si no tienes problemas (y a tu esposa no le disgusta el ambiente) los invito a mi bar. —ofreció su amigo.

Keelan frunció el ceño.

—¿A tu bar? ¿No se suponía que te habías deshecho de él cuando tu madre te lo pidió? —preguntó sorprendido.

—Si, bueno... Eso le hice creer, pero esa historia será para otro momento; es un poco larga, la verdad. —respondió divertido y le guiño a su amigo antes de darle un trago largo a su vaso. —¡Creo que es hora de irme a casa! —exclamó después de tragar.

—¿Tan rápido te vas? —preguntó el Vasileiou.

—Sí, la visita era necesaria y me encantó compartir contigo estas experiencias (y saber la situación que estás atravesando), pero debo irme. Hoy se queda el niño conmigo y debo demostrar que soy digno de cuidar a mi hijo. —dijo poniendo los ojos en blanco al tiempo que dejaba su vaso vacío sobre el mesón frente a él.

ESPOSA SUSTITUTA (Saga Vasileiou I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora