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Cuando caía la noche, la gente a menudo estaba durmiendo en sus camas o se estaban preparando para ir a la cama o se dirigían a casa a dormir. El punto era que, cuando era de noche, la gente a menudo dormía como debía. Y cuando no estaban durmiendo, estaban preocupados por algo que los mantenía despiertos o estaban ocupados con su carga de trabajo, por lo que no podían dormir.

Felix no siguió en ninguna de las categorías; no se estaba preparando para dormir, ni siquiera cerca de eso, pero no era como si estuviera preocupado por no poder dormir, no realmente.

Desde muy joven, Yongbok había tenido problemas para dormir fácilmente. Antes no era demasiado difícil porque tenía a su padre que intentaría todo para ayudarlo, pero ahora con su padre trabajando duro para mantener un techo sobre sus dos cabezas, Felix estaba atascado, por lo general luchando por su cuenta.

Por supuesto, nunca le diría a su padre, ya que solo haría que el hombre mayor se preocupara por él más de lo que ya lo hace.

En noches como esta, haría un viaje al parque para ver si podía conciliar el sueño.

Centrarse en las cosas pequeñas lo ayudaría a distraerse de cualquier duda o preocupación subconsciente que pudiera tener.

Lo ayudaría a calmarse del día enérgico que tuvo o simplemente lo dejaría reflexionar sobre sí mismo y todo lo que lo rodea; le permitiría tomarse un momento y apreciar aquellos que todavía están en su vida, así como recordar aquellos que ya no están con él.

"Si no fuera por el insomnio, ahora podría haberme ido a dormir y soñar con lo que sea"

Murmurando para sí mismo, Felix se dirigió al parque al otro lado de la calle, donde a menudo se sentaba en su banco habitual durante una hora más o menos para refrescar su mente y vaciarla con la esperanza de volver a dormirse una vez que llegara a su dulce hogar de nuevo.

Fueron noches como estas las que hicieron que yongbok deseara tener amigos que también durmieran hasta tarde, pero desafortunadamente para él, los dos mejores amigos que tenía eran madrugadores. Y aunque estaban dispuestos a quedarse despiertos con él si así lo deseaba, no se atrevía a hacer tal pedido; sabía cuánto amaban los chicos su sueño.

Estaba oscuro afuera, las carreteras estaban completamente tranquilas aparte del sonido de los autos que podías escuchar de vez en cuando, pero ¿qué podías esperar cuando era ya la una de la mañana?

Sin embargo, a Felix no le importaba, le gustaba el tranquilidad, trajo una sensación de tranquilidad. El silencio fue acompañado por el ligero sonido de sus pasos mientras se dirigía al lugar deseado.

La luna era la única fuente de luz que lo guiaba en su camino hacia el parque, asistido por el suave resplandor de las farolas. Pateaba una piedra cada vez que veía una cerca de sus pies para entretenerse; cualquier cosa para distraer su mente acelerada.

Pensó en cuando descubrió el parque por primera vez y cómo lo ayudó a sentirse cansado, aunque fuera un poco.

Fue cuando el reloj marcó las 4 de la mañana que terminó de leer uno de los libros que tenía apilados en sus estantes. A pesar de leer varios capítulos, no pudo tranquilizar su mente, por lo que miró por la ventana. Podía ver el viento soplando suavemente contra los árboles haciendo que las hojas bailaran con él, quería sentir el viento; la forma en que era tan libre y no retenido por nada.

Continuó observando con asombro cómo el cielo pasaba de un azul profundo a un azul claro con el color naranja que lo acompaña.

Nunca podría olvidar la transición, la forma en que los colores se fusionaron y mezclaron tan perfectamente antes de separarse para convertirse en un azul claro aislado.

Mirar el horizonte lo hizo olvidarse de todo, se olvidó de la forma en que no podía conciliar el sueño. El paisaje trajo paz a su mente pesada y lentamente sintió que se adormecía.

Y así fue como comenzó sus frecuentes viajes al parque cada vez que no podía dormir. Hubo momentos en los que no tuvo la oportunidad de presenciar el amanecer, pero eso estaba bien porque solo concentrarse en el sonido distante de los pájaros y el susurro de las hojas en el viento traía una sensación de pesadez a sus ojos.

Volvió a la realidad cuando llegó a su banco habitual solo para ver que ya estaba ocupado por una figura desconocida.

"¿Quién es éste?"

Ladeó la cabeza hacia un lado como si eso le ayudara en algo a poner un dedo sobre el rostro irreconocible del desconocido que dormía plácidamente en su banco. Sabía que el chico nunca estuvo ahí, porque a diferencia de él, Felix siempre estaba en el parque.

Y seguro que no debería ser mezquino al respecto, pero realmente quería sentarse allí y tal vez ver el amanecer, era el lugar perfecto.

Lee suspiró mientras continuaba mirando al chico.

Parecía contento casi con el lugar donde estaba profundamente dormido. Casi.

El chico tenía una sutil expresión de dolor como si hubiera pasado por mucho. Estaba vestido mayormente de blanco, su gorro era el único color diferente en él. Debajo podía ver los ligeros y suaves rizos asomándose mientras los mechones se movían con el viento.

No tuvo el corazón para despertar al chico, así que se fue a buscar otro lugar para sentarse. Tal vez sentarse en otro lugar no sería tan malo, al menos por una noche. Pero ningún otro banco le hacía justicia porque siempre había una cosa u otra que le tapaba la vista.

Así que después de una hora de caminar buscando otro banco y una hora de esa sensación de decepción que sentía porque no podía sentarse donde estaba su lugar favorito, salió del parque. Y con esa decepción había un sentimiento inminente de curiosidad sobre quién era el extraño.

Regresó a casa y entró en su habitación, se quitó el suéter y lo arrojó a la silla que estaba cerca de su escritorio. Agarró otro libro que aún no se había leído y lo deslizó debajo de sus sábanas, poniéndose cómodo antes de comenzar a leer.

Tal vez mañana por la noche podría sentarse en su banco. Y con eso en mente, comenzó a leer con la esperanza de sentirse pronto somnoliento suficiente para conciliar el sueño.