Estaba en la cocina preparando el té y solo podía pensar en una cosa: Adam. Incluso me quemé un par de veces, era como tener a Adam en mi cabeza caminando de lado a lado. Al subir a mi habitación había notado algunas cosas raras en la sala, mis abuelas y el abuelo de Adam habían estado hablando, casi susurrando y había podido captar algunas cuantas de sus palabras, que solo lograron inquietarme. Así que volví a refugiarme en la cocina a la espera de que Adam bajará de la habitación de huéspedes solo para poder contarle lo que había escuchado. También le había marcado a mamá y a papá que aparentemente se quedarían a dormir en el hospital debido a que la intensidad de la lluvia había causado varios accidentes y necesitaban manos extras y la lluvia seguía no parecía que dejaría de llover, al menos no pronto.
Están malditos.
Debimos hacer algo antes.
Nuestra culpa.
Peligro.
Las palabras que había logrado escuchar le arrebatan el papel principal a Adam en mi mente. Tan solo pensarlas hacía que cada uno de mis sentidos se pusiera alerta combinada con una voz que venía de lo más profundo de mi ser que me decía que algo malo estaba a punto de suceder.
Intente poner en algún contexto las palabras que había escuchado, las únicas que había podido relacionar eran "Están malditos" y lo había hecho con el relicario, toda esta locura había comenzado ahí, cuando el relicario nos había caído mientras limpiábamos el almacén de los Folsen, pero ¿cómo esto podía ser su culpa? ¿qué debieron hacer? Y la pregunta más importante ¿por qué corríamos peligro?
Sol — pienso, por primera vez hablándole a la otra Sol en mi mente — ¿qué es todo esto? ¿por qué estamos conectadas? ¿qué te ata mí? ¿qué ata al otro Adam a mí?
Siento como si alguien me hubiera dado una patada en el estómago y me hubiera sacado todo el aire y hubiera procedido a gritarme en los oídos.
—La maldición, es la maldición — dice la voz de la otro Sol mi cabeza — Estamos malditos — dice sonando cada vez más desesperada — Estamos condenados.
Quería hacerle alguna pregunta, pero simplemente no podía, ella tenía el control de mi mente, ni siquiera podía formar algún pensamiento que tuviera algún orden o sentido, ella llenaba por completo mi mente como si estuviera intentando existir en el mismo espacio en el que yo lo hacía.
—Debes de tener cuidado o la maldición...
—Sel, ¿estás bien? — la inconfundible voz de Adam llega a mis oídos, pero al mismo tiempo la voz de la otra Sol sigue en mi mente.
—Tan guapo como la primera vez que lo vi — dice la otra Sol. Estaba viendo a Adam a través de sus ojos que al mismo tiempo eran mis ojos. Le tenía tanto amor, pero había algo más su imagen le producía dolor y odio, la otra Sol luchaba por equilibrar sus sentimientos por Adam.
—¿Sel? — dice Adam acercándose a mí y tocando mi hombro, su agarre se siente helado como si hubiera estado jugando en la nieve —. Selena, me estás asustando.
Y de repente es como si mis piernas se hubieran quedado sin fuerza y solo Adam es lo que impide que me caiga. Nuevamente siento que tengo el control sobre mi cuerpo, puedo formular mis propios pensamientos y ya no siento la presión de la otra Sol sobre mí.
—¿Selena? — dice Adam ayudándome a ponerme en pie —. Selena, di algo me estás asustando, ¿te sientes mal? ¿quieres que llame a tus padres?
—Me hablo. — digo un poco aturdida.
—¿Quién?
—La otra Sol me hablo. — la cara de Adam es la descripción perfecta de confusión.

ESTÁS LEYENDO
Cuando empieza el verano
FantasíaSoleil es una chica de 18 años, que esta por empezar la universidad, pero se encuentra confundida en cada aspecto de su vida, desde el que estudiar, a quien amar, no sabe ni que rayos esta haciendo en el mundo. Adam es un chico de 19 años, que se en...