Risas de verano

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Al llegar a casa siento un gran alivio, había sido un día agotador desde Isabel y la pequeña niña de lentes rosas intentando matarme por celos hasta todo lo que seguía atormentando mi mente. Las luces de la casa seguían apagadas y el carro no estaba lo cual indicaba que mis padres todavía no llegaban, la única que me recibe en cuanto entro es Dalía algo adormilada pero feliz de verme.

—¿Me extrañaste? — le pregunto mientras la cargo — Porque yo te extrañe mucho.

Me acuesto en el sillón con Dalía en mi estomago, era raro que extrañara a Adam en estos momentos había estado bien sin él casi un año y de repente era como si siempre hubiera estado presente en mi vida, era como si algo en él me generara esa necesidad de tenerlo cerca.

—Dalía, mi vida esta hecha un desastre ¿qué me recomiendas hacer? — Dalía me ve como diciéndome no te puedO resolver la vida y luego se acomoda para seguir durmiendo. — Tienes razón es buena idea, vamos a dormir.

—Sol. — la voz de mamá me despierta — ¿Qué haces dormida en la sala?¿Dónde esta Adam? — me siento adormilada. teniendo cuidado de no tirar a Dalía quien simplemente se vuelve a hacer bolita y cierra los ojos me siento.

—Tuvo un compromiso. — les digo tallándome los ojos. — Dice que lo siente mucho.

—Ohh. — dice papá levantando la bolsa que tenía en mano. — Compramos pollo frito para cuatro.

—No te preocupes. — le digo levantándome del sillón. — Nunca hay pollo frito de más.

Domingo en la mañana nada mejor que levantarse tarde, observo a Dalía en la orilla de la cama dormida boca arriba y no pude evitar pensar que es la cosita más tierna del mundo.

—Dalía. — la llamo y esta solo mueve un poco las orejas. — Vamos a desayunar. — en cuanto menciono desayunar se pone rápidamente de pie.

Bajamos las escaleras lentamente, sé que mamá y papá se han ido a trabajar es la pesada vida de un médico pero es lo que aman, pero debo admitir que a veces era un poco solitario despertar sin que nadie estuviera ahí, lo bueno es que tengo a Dalía.

Cuando llego a la barra reviso mi celular solo para seguir sin ninguna respuesta de Tina o de Romina, pero sí un par de Naim y otros cuantos de Adam.

Naim:

¿Ya estas más calmada?

Espero que sí.

Algo en su mensaje era molesto, no podía creer que se tomará tan a la ligera lo de Carlos ¿a caso estaba exagerando o por qué solo me parecía tan grave a mi?

Adam:

Sel, ¿tienes planes para hoy?

Yo:

Quedarme en cama y ver algo en Netflix.

Después de desayunar tome una ducha solo para volverme a poner la pijama, preparé algo de palomitas y baje una frazada de mi habitación y mientras veía la película mi mente regreso a Carlos, a Naim y a Tina, la idea de perder a una de mis mejores amigas me dolía porque no solo la estaba perdiendo a ella, también estaba perdiendo a Carlos al que creí que era mi amigo, personas que me dijeron que siempre iban a estar para mí y una me dio una apuñalada en la espalda y la otra ni siquiera me daba el derecho de la duda, un nudo comenzaba a formarse en mi garganta cuando sonó el timbre y Dalía sale corriendo hacia la puerta.

—Voy. — grito mientras me paro del sillón y me pongo las pantuflas. — ¿Quién? - pregunto al llegar a la puerta.

—Adam. — bueno no era como si Adam no me hubiera visto antes en pijama pero aun así desee tener el tiempo suficiente para correr a cambiarme. — Es la 1 de la tarde, ¿por qué sigues en pijama? — me dice en cuanto abro la puerta.

Cuando empieza el veranoWhere stories live. Discover now