—No lo sé. — digo mirando por la ventana, el viento me golpeaba suavemente en el rostro y por unos segundos cierro los ojos para disfrutarlo. — Solo llevamos saliendo una semana — le digo volteando a verlo, el viento hace que se le alborote su cabello castaño. — Todavía no me parece real. — digo sintiéndome como una mala persona, acababa de negar a mi novio y ni si quiera sé porque lo hice ¿qué clase se persona hace eso?, solo una mala persona haría eso, como esos chicos y chicas que niegan a sus novios solo para poderlos engañar con alguien más.
—Ya veo. — dice mirando al frente. — Te quieres asegurar de que sea un buen novio antes de presentarlo con tu familia. — dice sin despegar la vista del camino; había veces en las que me pregunta como le era posible a Adam ver la parte buena en todas las personas y como no resultaba herido en el proceso.
—Puede ser. — le digo aun mirando por la ventana.
—Abuela. — digo en francés suavemente mientras Adam sostiene la puerta del carro. — Abuela. — digo moviéndola un poco. — Hemos llegado a casa. — la abuela abre los ojos lentamente y me mira con cansancio mientras se sienta y se talla los ojos, salgo del coche para que la abuela pueda bajar. — Gracias por traernos. — le digo a Adam dedicándole una sonrisa.
—Espero Eliette se pueda acostumbrar pronto al horario. — dice él cerrando la puerta trasera del coche una vez que la abuela baja.
—Te veo luego Adam, cuídate mucho. — le dice la abuela mientras camina a la casa.
—Nos vemos luego. — le contesta Adam despidiéndose con la mano de ella.
—Yo igual. — digo sonriendo al ver a la abuela caminar medio dormida a la casa, tal vez era cierto eso que dicen que cuando envejecías de alguna forma volvías a ser un niño.
—Te veo el sábado. — me dice comenzando a caminar hacia la puerta del conductor.
—Adam, ¿te gustaría quedarte a cenar? — le pregunto justo cuando abre la puerta, tenía mucho tiempo desde la ultima vez que se había quedado a cenar, casi 5 años que no lo hacía.
—Me encantaría. — dice él cerrando la puerta del conductor.
—Mamá, papá. — los llamo tan pronto como entramos a la casa, puedo escuchar sus voces venir desde la cocina.
—Tu casa no ha cambiado nada. — dice Adam observando cada detalle de ella, es como si estuviera mirando algún museo viejo.
—La tuya tampoco, solo que ahora tiene más fotos de ti. — le digo riendo, Adam se pasa su lengua por su labio inferior mientras una sonrisa aparece en sus labios.
—Sí, creo que es la actividad favorita de papá y mamá.
—En la cocina. — escucho la voz de mamá.
Adam y yo caminamos hasta la cocina, donde olía muy bien, papá podía ser un desastre cocinando pero cuando mamá y papá cocinan juntos les salen las mejores comidas, abro la puerta de la cocina con la mano izquierda mientras le indico a Adam con el dedo indice para que no haga ruido, mamá se encuentra junto a la estufa cuidando que lo que esta cocinando no se queme mientras papá se encuentra cortando algunas verduras.
—Les traje una sorpresa. — les digo solo asomando solo la cabeza mientras Adam se esconde junto al marco de la puerta cuando de repente aparece Dalía y lo comienza a oler.
—Espero que sean crepas. — dice papá parando de cortar.
—No, pero también es de Francia. — digo mientras abro más la puerta. — Bueno una parte.
—¿Dalía? — pregunta mamá viéndola entrar a la cocina y ladrando hacia donde se encuentra Adam.
—No, invite a Adam a cenar. — digo jalándolo de la muñeca para que lo vean.

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Cuando empieza el verano
خيال (فانتازيا)Soleil es una chica de 18 años, que esta por empezar la universidad, pero se encuentra confundida en cada aspecto de su vida, desde el que estudiar, a quien amar, no sabe ni que rayos esta haciendo en el mundo. Adam es un chico de 19 años, que se en...