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- ¿Qué tienes? -

- Nada... - te contestó tu ahora mejor amigo, Izuku.

Ya han pasado los años, los dos están por terminar la escuela secundaria y desde el tiempo en el que se conocieron en esa heladería fueron inseparables gracias a algo en común: el no tener quirk. Aunque eso no era del todo cierto para ti, ya que a tus 12 años se descubrió que si, tenias un quirk, solo que uno a penas reconocible.

Lo descubrieron cuando el peli-verde no podía dejar de escuchar tu voz, cada vez que se veían te pedía que le cantaras una canción, incluso escabulléndose en la noche para llegar al teléfono, en esperanza de poder escucharte cantar y dormir con tu voz en las noches, ya que pareciese qué no pudiera hacerlo sin tu ayuda.

Un día todo eso les pareció raro, y decidieron revisitar al doctor, contándole tus nuevos síntomas y descubriendo tu quirk: "Pacify", así decidieron llamarlo ya qué tu voz contenía una propiedad qué hacia qué quien la escuchara se calmara inmediatamente, esto incluía cualquier sentimiento intenso como ira, violencia, tristeza, y en algunos casos, euforia; solo había una condición para que se activara, tenias que cantar.

Aun tu con quirk y el sin nada, Izuku no dejó tu lado, y habían pasado juntos el tiempo suficiente como para saber que si le pasaba algo, seguramente ese chico rubio de la escuela, Katsuki, o como Izuku prefería llamarlo en honor a su anterior amistad, "Kacchan", había estado molestándolo de nuevo, ya que siempre que podía lo hacía.

- Izuku... - reprochaste preocupada, balanceándote un poco en el columpio del parque en el que estaban.

Miraste qué el escondía algo así que rápido le arrebataste ese algo y antes de que pudiera hacer cualquier cosa, observaste el objeto. Era su preciado cuaderno de notas, quemado y mojado.

- Fue... Katsuki...?- le preguntaste.

- S-si... Pero no tienes que hacerle nada! Estoy bien! - te miro con miedo en sus ojos verdes, recordando la última vez que lo defendiste.

Ya habías atrapado a Katsuki molestando a tu amigo, y como buena amiga procediste a partirle toda la cara.

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Era segundo de secundaria, y estabas esperando a Izuku afuera de la escuela cuando escuchaste una explosión cercana y al acercarte al sonido para averiguar de que se trataba viste a tu amigo en el suelo y unos destellos saliendo de las manos de ese rubio despreciable.

Tu cerebro se heló al darte cuenta de la situación pero tus piernas hicieron lo contrario, llevándote a dar unos pasos hacia delante mientras tu voz se empezó a alzar.

- NO VAS A HACERME SENTIR MAL! - lo único que vino a tu mente fue la letra de una canción de tu caricatura preferida de la infancia - NO HARÁS QUÉ YO VUELVA A DUDAR DE MI-

Katsuki no hizo más que mirarte perplejo, preguntándose quien eras y que diantres hacías cantando de la nada. En su mente solo había una palabra: "cringe". Eso no duró mucho ya que pronto empezó a sentir la calidez en su pecho causada por tu quirk. Era tan cómoda qué no se molestó en esquivar o bloquear el golpe que le plantaste directo en la cara.

Acto seguido, tomaste de la mano a Izuku y prácticamente lo arrastraste fuera de ahí, dejando a Katsuki gritándote.

- ¡MALDITA PERRA!-

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Desde ese día lo primero que hacía Katsuki al verte llegar a defender al de ojos verdes, era apuntar un golpe en tu garganta, y si, así si lograba dejarte en el suelo sin capacidades de defenderte.

Pero detrás de su máscara dura, la verdad es que necesitaba escucharte una vez más, así que un día después de la escuela decidió seguirte de lejos.

Vio como te despedías de Izuku en su casa y seguías tu camino, solo que tomaste una desviación qué te llevó a un parque cercano. Katsuki se extrañó al ver que te metías detrás de algunos arbustos y después de asomarse discretamente entre ellos te vio sentada con un cuaderno de notas en mano, escribiendo mientras tarareabas.

Después de eso se le hizo costumbre seguirte hacia ese lugar para escucharte, recargado en un árbol cercano. Si, parecía un maleante esperando a que alguien pasara para asaltarlo pero eso nunca le importó.

Cerraba los ojos para poder dedicar sus sentidos a ti, su adicción creciendo por cada día que llegaba a escucharte.

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- Ahora si lo mato- le devolviste el cuaderno a Izuku y lo tomaste de los hombros - mañana que vayamos a la escuela tu y yo- pero tu amigo te interrumpió.

-¡N-no! Solo lo harás peor... Mejor vayamos a casa-

Y así lo hicieron, partieron a sus casas y se separaron en cuanto el camino los obligó. Jamás te hubieras imaginado en que se pudo haber metido tu mejor amigo ese día.

Pacify (Yandere! Bnha x lectora) Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu