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Cinco años después...

Los reyes de Maxtrym viajaron junto con el joven príncipe de diez años a la cena de cumpleaños de la princesa Costa, hija de sus magestades, el rey Ión y la reina Lara. Reyes de Murspek. Para celebrar el primer año de vida de la princesa. Leyó Velía en el periódico, y miró a la pequeña Starlight.

El rey Ión le había escogido el nombre, aunque no era del agrado de la reina ni de Velia, el nombre de Starlight se quedó. La pequeña ya tenía cinco años y estaba llena de preguntas, preguntas que velia no quería ni oír.

¿Porqué debo de vestir así? No me gustan los vestidos, tía.

¿Porqué debo que saber bailar?  A Darius le divertía más correr en círculos que bailar como lo debía hacer una princesa.

¿Porqué debo que sentarme tan derecha? Tía me duele la espalda de estar tan recta.

¿Porqué debo de aprender de Brigreodiam? No quiero aprender de otro lugar que no es mí hogar.

Esto último le dolía, Murspek  no era su hogar. Su hogar era Brigreodiam de Starya, no Murspek. Pero el rey Ión le  había ordenado no decirle nada a la niña.

Darius era rebelde pero controlable, o lo era aún.  La puerta de la biblioteca donde estaban ambas fue tocada y luego abierta.

—Señora— una de las doncellas que Ión había dispuesto para ellas le llevó un sobre—. Correspondencia.

—Gracias.

Velia abrió el sobre y leyó.

Ydelia, solicito que vengas a tratar un tama muy importante conmigo y un muy intimo amigo. Y trae contigo a Starlight. Haz preparativos para tres días aquí.

Ydelia,  el nombre que le habían dado. Hacía cinco años ella había dejado de ser Velia Basterra, para ser la señora Ydelia Armstrong, viuda, con treinta y un años de edad, sin hijos y tía de Starlight Armstrong de cinco años. Todo claramente inventado por Ión.

—Starling, llama a Susi— la niñera de la pequeña, designada específicamente por Ion—. Dile que venga por favor— la niña se fue, y ella quedó pensando, que se tramaba el rey  con aquella supuesta invitación, la pequeña volvió con la niñera minutos después—.  Porfavor, has las maletas Starling  y pide que preparen las mías también. Con lo necesario para cuatro o cinco días— ella ya le sabía las mañanas al rey, tres días serían unos cuatro o cinco seguramente—. Y que preparen el coche para salir luego del té de las tres.

—Si señora— la doncella se fue junto con la pequeña que estaba emocionada por ver y ayudar a preparar el equipaje.

Luego del té de las tres, ambas salieron de la casa que Ión le había dado a Darius cuando cumplió un año, la casa Blanca y de dos pisos contaba con seis habitaciones y un baño privado por cada una, un baño para invitados por algún lado de la casa, y las restantes habitaciones con cuarto de baño propio.

Cuatro doncellas que se encargaban de la limpieza y una nodriza que fue reemplazada por una niñera. Jardinero y cocinera y habitaciones para todos ellos, sin contar a los veinte guardias que se hacían pasar por campesinos que vivían en los alrededores.
Y dos guardias que hacían de mayordomos.
Todo bien planeado y organizado por ión.
La casa estaba convenientemente cerca del palacio pero lo suficientemente lejos para que amabas estuvieran lejos de los ojos curiosos.
Darius estaba segura, Brigreodiam aún tenía una reina a la espera de reclamar su trono, claro una vez que fuera capaz de atarse sus propios zapatos y supiera cual pié era el derecho y cuál el izquierdo.

—Ven, te ayudo— ofreció ella cuando vio que la niña no podía con sus zapatos—. Listo, no era difícil— la pequeña sonrió cuando vio sus zapatos atados y bien colocados.

La última Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora