Cómo Conocí a Robbie

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Robbie y yo nos conocimos, como dije, cuando comenzamos la escuela secundaria. Debido a mi accidente en septiembre anterior, estaba un año por detrás de mis compañeros de clase y, por lo tanto, no tenía amigos en lo que ahora era mi clase. Hubieran muchas miradas curiosas al niño que andaba con muletas, pero aquel niño prácticamente me atravesó con sus ojos a través de anteojos que obviamente necesitaba. Fue molesto más aún cuando se colocó detrás de mí en la fila del almuerzo y se ofreció a llevar mis cosas en su bandeja. Terminamos sentados uno frente al otro.Le pregunté: "¿Por qué te fijas tanto en mí?"

 Se sonrojó carmesí pues preguntó: "¿Qué te pasa en tus piernas?"

"¿Qué te importa?" pregunté.

"Lo siento. Simplemente no pude evitarlo. Entonces, ¿qué les pasa?"

 "¿Tienes un nombre?" pregunté.

"Robbie van Dam. ¿Cuál es el tuyo?"

 "¿Como, los Van Dams que son dueños del banco?"

"Sí", dijo, sonrojándose de nuevo. "¿Y tú, cómo te llamas?"

Dije, "Jimmy Latham. En realidad es James, pero todos me llaman Jimmy".

"El verdadero nombre mío es Reginald Robert van Dam IV, pero todos me llaman Robbie y eso me alegre". Extendió su mano para estrecharla y la tomé sin pensar. Todavía estaba bastante molesto con él.

 "Entonces, ¿qué pasa con la mirada fija?" Insistí.

 Otro rubor rojo remolacha. "Lo siento. No pensé en eso. No lo sé. Trataré de no hacerlo".

"¿A dónde asistía a la escuela primaria?" pregunté.

"Esta es la primera escuela a la que asistí. Mi mamá siempre me educó en casa o tenía tutores para mí, pero me sentía muy solo y suplicaba ir a la escuela regular. Mira, vives casi al lado de mí".

"Bueno, supongo que sí, si vives en la casa de los Van Dam. Pero, ¿cómo supiste eso?" pregunté.

"Mi habitación da a la calle. Te he visto mucho. Siempre he deseado conocerte", dijo.

 "Así que ahora me conoces", le dije. "Así que dejes de mirar".

 "Lo siento. Lo intentaré", dijo. "Oye, ¿quieres ser mi amigo? Nunca he tenido amigos, solo mis primos a los que visitamos a veces y algunos niños que viven cerca de nuestra casa en Costa Rica". De repente mi corazón se derretió en compasión de él. Le expliqué cómo me había atrasado un año en mi clase, así que todos mis mejores amigos estaban ahora en otra clase debido a mi accidente.

"Sí", dijo. "Vi a ti en el patio trasero cuando estabas en ese horrible yeso y luego en esa silla de ruedas".

"¿En serio? ¿Cómo viste todo eso?" pregunté.

"Prismáticos", dijo. "Buenos."

"Eso es mal", le dije. "No debías espiar el vecindario de esa manera".

"Tal vez, pero ¿cuál es el daño si nadie lo sabe?" él dijo.

"Pues, no está bien", le dije.

"Entonces, ¿qué te pasa con tus piernas?" él insistió.

Suspiré y dije: "No tenemos tiempo ahora para que te explique todo. ¿Por qué no vienes a mi en alguna tarde y podemos hablar de eso?".

"Tendré que preguntarle a mi mamá", dijo. "Puede que no me permite. Es muy protectora conmigo porque he estado tan enfermo".

Hube dado cuenta qué flaco que estaba y de las ojeras debajo de sus ojos."¿Qué tienes?" Yo pregunté.

"Parece que nadie lo sabe", dijo. "Creo que me han llevado a todos los médicos del mundo. Nada me apetece mucho y casi no duermo por la noche, y parece que nadie puede entender por qué. Ahora solo se apegan a los exámenes físicos anuales, las vacunas, cosas como eso."

El Ciego y El CojoWhere stories live. Discover now