III. Bonito

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...

Al día siguiente, Kageyama se había vuelto mucho más amable de lo normal con Hinata, ya no le gritaba ni insultaba mucho, de hecho ahora le hacía cumplidos de vez en cuando.

Y se sentía extraño.

Se sentía extraño que Kageyama este cambiando como lo trata.

Pero también se siente bien, muy bien.

Y tal vez Shoyo puede empezar a crearse una idea de todo esto.

Puede pensar en tener una relación con Kageyama, una relación donde sean más que amigos. Donde sean una linda pareja. Donde pueda presumirlo con todos y cada una de las personas. Donde pueda besarlo y abrazarlo cada vez que quiera, y sobre todo, donde pueda amarlo con libertad.

Estaban en un mundo donde ver a una pareja de varón con otro varón puede ser mal visto por muchas personas.

No iba a ser fácil y lo sabía, pero haría el esfuerzo por Tobio, el esfuerzo para poder confesar todos sus sentimientos sin ser rechazado. Y si fuera así, si fuera rechazado, se quedaría con el lindo recuerdo de que fue valiente.

Ser lastimado, sentirse tímido y sentirse irritado, ninguna de esas cosas es algo agradable, y eso solo pasa cuando es la persona incorrecta. Amar a la persona indicada es mejor que eso.

Y sabe que él es el indicado, la persona correcta.

Porque ama a Kageyama y ama amarlo.

...

— ¡Kageyama! —saludó entrando al salón que claramente no era suyo, era de Kageyama.

El mencionado volteó a verlo y le devolvió el saludo con una suave sonrisa no planeada.

— ¿Almorzaremos con tu amiga hoy también? —rodó los ojos.

— No, hoy faltó —Kageyama sonrió en su interior, pero para Hinata solo asintió— ¿Me invitas de tu comida? Olvidé la mía hoy —hizo un pequeño puchero.

Se le hizo muy tierna esa expresión, aunque no lo admitiría.

— Claro.

Hinata sonrió y abrió un poco su boca. Pues se había vuelto costumbre para ellos llevarle la comida directamente a la boca al otro. Sobre todo para Tobio.

Hizo lo de siempre e Hinata cerró los labios, para después empezar a masticar satisfecho.

El pelinaranja con las mejillas levemente infladas y con tonos rojos. Su cabello despeinado, sus ojos brillantes y masticando la comida que le acaba de dar, es una imagen que a Kageyama le gustaría guardar en su memoria por el resto de su vida.

Le tomaría una foto ahora si pudiera, para poder verlo todas las mañanas y que le alegre el día.

Bonito —soltó.

Hinata dejó de masticar y posó su mirada en el, con las mejillas cien por ciento rojas.

— ¿Eh?

— No es... Nada —sintió las mejillas calientes de la vergüenza— no es nada —repitió, ahora sin pausas.

— Kageyama, acaso tu dijiste... ¿Bonito, a mí, comiendo? —sonrió ante la posibilidad de que sea así.

— Tal vez —afirmó tranquilo, sabía que eso pondría nervioso a Hinata.

A veces Kageyama era tan directo que daba escalofríos. Ya sea con Hinata o con cualquier otra persona.

— Hinata, salgamos.

Yes or yes - 𝗸𝗮𝗴𝗲𝗵𝗶𝗻𝗮 -Where stories live. Discover now