BLANCO: Tanto por hacer

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El estornudo de su pareja logra sacar al chico de cabello castaño de sus pensamientos, deja de lado su libro y voltea a verlo. Una sonrisa se asoma en su rostro al ver a su novio envuelto en cobijas y limpiando su nariz ya completamente enrojecida.

Bill había llegado a su nuevo departamento la noche anterior, en medio de una noche fría y lluviosa; aquella noche Dipper y su hermana gemela, Mabel, habían salido con unos amigos de la universidad de la chica, por lo que realmente se sorprendieron al llegar y ver al pobre rubio sentando en el escalón cerca de la puerta.

Aunque deseaba tanto darle un sermón al irresponsable de su novio, la preocupación ganó y terminó casi arrastrándole al interior, podía oír a su hermana y a sus amigos reir tras ellos pero no importó, solo necesitaba asegurarse de que Bill no terminará contrayendo un resfriado.

Lamentablemente, sucedió.

Y eso nos trae de regreso al presente: el momento en que Bill empezó a estornudar casi cada minuto, Mabel huyo a quedarse con sus amigas, dejando a su hermano solo en el departamento, bueno, a él y a su novio llorón.

-¿Más pañuelos? -pregunta Dipper en tono burlón

-No te burles Pino, -responde con voz ronca el enfermo -podría contagiarte en venganza.

Sin saber que decir, el castaño le lanza un cojín del sillón. Ambos chicos rien, dejando que la gripe del rubio pase a segundo plano.

-Me alegra mucho que estés aquí. -dice finalmente Dipper

Incluso si no lo admitiría ante su hermana, la presencia de Bill había sido lo mejor de su semana desde que los gemelos se mudaron.

No es que no disfrutará la libertad que la vida adulta le otorga o la fascinación que tiene al enfrentarse a sus primeras clases en el centro de ciencias, pero, realmente había estado bastante solo durante ese tiempo. Claro, estaba con su hermana y los amigos de la chica, pero ahí está el problema: son amigos de Mabel Pines, artistas excéntricos y llenos de energía, mientras que él sobrevive apenas a base de café y lecturas de media noche. Tener junto a él a su pareja de nuevo le brindo aquella alegría que por siete días había sentido lejana.

-No podía permitir que olvidarás mi hermoso rostro, -responde juguetonamente Bill, con una sonrisa boba en el rostro -¿O eso pretendías, Pino?

Ignorando el montón de papeles llenos de moco alrededor del chico, Dipper se acerca y besa a su novio en la frente.

-Jamás podría. -responde el castaño en voz baja

Bill sonríe ampliamente, el chico esperaba algún reclamo por haber llegado sin avisar, pero no podría quejarse del cálido recibimiento que los Pines tuvieron con él.

Dipper se sienta en el suelo junto a la cama en la qué está el chico, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de su pareja.

-Aunque hay algo que no entiendo, -comenta el chico -¿Qué haces aquí? Pensé que vendrías hasta las vacaciones.

El rostro de Bill se vuelve completamente rojo, incluso más que por el color de la gripa.

El rubio trata de encontrar alguna respuesta que no le haga sonar tan tonto como sabe que suena la verdad, ¿decir que está ahí porque "no resistiré vivir sin ti por casi dos meses" es demasiado cliché? Probablemente, pero está dispuesto a pasar la vergüenza de ser llamado cursi antes que dejar que su pareja sepa lo que en verdad le trajo a su lado.

-Yo...¿Te extrañé? -la seguridad en la voz de Bill tambalea

-¿En serio? -pregunta tímidamente el chico -¿Solo por eso viniste?

¿Cuál es el color del amor?Où les histoires vivent. Découvrez maintenant