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México iba saliendo del hospital con aquellos papeles entre manos, estaba ansioso, sus alas no dejaban de moverse y su aroma evidenciaba sus emociones

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México iba saliendo del hospital con aquellos papeles entre manos, estaba ansioso, sus alas no dejaban de moverse y su aroma evidenciaba sus emociones.

Faltaba poco para llegar a la casa de su novio y aun no sabía como decirle la nueva noticia, tampoco tenía una idea de su reacción, eso era lo que más le preocupa. ¿Lo peor? No saber si tendría su apoyo al final del día, cuando tenga que contarle a su padre.

Soltó un suspiro al estar frente a la puerta de la casa, levantó la mano con duda, dando ligeros golpes en la superficie de madera.

Se dio la vuelta tratando de respirar, dio largas caladas de aire mientras veía las flores en el jardín. Tal vez no era buena idea decirlo en la casa de su suegro, pero tenía miedo de posponerlo más.

¡Olá pequeno!

El mencionado se dio la vuelta, ahí estaba el portugués, saludandolo con una gran sonrisa de oreja a oreja. Lo dejó pasar alegando que Brasil estaba en en patio trasero ayudándolo a arreglar algo en el jardín.

Dime ¿Por qué llegaste antes? Tu padre sino que te traería cuando viniera a comer.

Yo...— se quedó en blanco, el ni siquiera sabia que su padre estaría aquí para comerTenia que hablar con Brasil.

Le dio una pequeña sonrisa, encogiéndose en su lugar con algo de miedo.

— ¡Meu amor!

Unos brazos fuertes lo rodearon con cariño, de inmediato supo quien era y sentir su calidez lo hizo sentir mejor por unos segundos.

Pensé que España te traería con él.

¿Acaso todos estaban conspirando en contra suya? ¿Había olvidado una fecha importante?

Vamos a arreglarte, no te lo dije, pero tendremos como una pequeña reunión más tarde.

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