➫ .diecinueve

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Maratón ¹/⁷

Finalmente llegaron a Seúl.

Cada uno de ellos teniendo que cumplir con sus deberes atrasados, despidiéndose uno a uno a la vez que eran dejados en sus respectivos hogares.

Siendo SeokJin el último en llegar hasta su residencia, pues vivía en la zona alta de Seúl, un lugar completamente abierto y privado.

El castaño observando todo su alrededor con sigilo, siempre lo hacía, y lo sigue haciendo.

Debía tener cuidado de que ningún Alfa se le acercará.

Anteriormente ya sucedió, y tuvo un reproche bastante feo.

¿Por qué? Por ser un Omega ofreciendo servicios a través de sus feromonas.

Algo que no genial nada que ver cuando aquel día estaba agitado y cansado de haber corrido, y que sus dulces olor delatara su estado.

Un estado malinterpretado por los idiotas de los Alfas.

Por ello él sólito se encargo de darle, a más tardar, el castigo que le corresponde al infeliz aprovechado. Fue tres días después de que su familia lo repudiára.

Actualmente ante eso vive en la zona pacífica, cerca de Jungkook, pareciendo vecinos a pesar de la lejanía de cinco casas.

En el auto fue obvio para el rubio que Jin iría hasta la residencia familiar de su niñez, solo para fijar en que o para que lo necesitaban con urgencias.

Muy notable por sus feromonas que nadie más intento divagar respecto a la situación de brecha entre sus padres y él.

—¡SeokJin, hijo! Hasta que te acuerdas de nosotros, bastardo. —la horrenda y cansadora voz de su viejo padre hace de su cordura inestable.

Cuanto detestaba seguir yendo hasta ese apestoso lugar.

Pero no podía dejarlas a ellas solas, no con aquel monstruo que se denominaba pariente sanguíneo biológico que da seguridad y todas esas mierdas que ni llegaba a lo que es ese señor.

En pocas palabras, su progenitor Alfista.

—Sí, aja. Hola señor Kim, un gusto volver a verle su arrugada pestilencia que se hace llamar por cara, pero vayamos directamente al grano. No quiero congeniar a tomar una taza de café contigo. —dice, aburrido de la actitud contraria, viendo como el rostro del Alfa se pone roja de enojo y sus feromonas delataba su estado. molesto.

—¡Ten más respeto que soy tu padre! ¡Omega estupido! —le gruñe.

Varios pasos apresurados bajan de la escalera, una más lenta que la otra. Y es allí que sus bonitos orbes miel tienen centellas de un morado opaco.

Su madre.

Su madre se sostiene de la escalera y baja con cuidado mientras soltaba pequeñas quejas por el punzante dolor en su cuello debido al enojo de su Alfa. Y con la otra mano dando leves caricias a su pequeño gran abultado vientre.

Pero no es eso lo que lo descoloca en demasía, tanto como para no evitar darle una fuerte bofetada al viejo.

Pues habían moretones en su cuello, y parte de su rostro tenía curitas en ambas mejillas, además de que una de sus mejillas está entre el morado y verde.

—¡¿Qué mier-..?!

—¡CÁLLATE! ¡Eres un puto animal, te atreves a pegarle a TU Omega, a MI madre! No solo porque compartimos ADN significa que deba tenerte respeto, si la quieres debes lograr obtenerlo, Alfa estúpido. Sí, soy un Omega inútil y débil como tú dices, pero no sabes nada de mí ni a lo que me dedico. —ladra molesto, estando sereno pero demostrando su presencia enfadada ante la firmeza de su voz.—Ten cuidado la vuelvas a tocar, viejo. Sabido que no te importa un carajo en su estado, te amenazo que tengas cuidados por las calles. No me molestaría tirarte como comida para los perros.

La casona se quedó en silencio, nadie presente se movía, madre e hija miraban maravillados y algo asustadas hacia el Omega Castaño. El Alfa está algo pálido, cuestionando quien era aquella persona que no es nada a lo que era su hijo de hace años. Pero su Alfa se sentía molesto, tanto que por instinto sacó a relucir sus colmillos.

—No me gruñas, y dime ya para que carajos me llamaste de urgencia. —le sonríe tranquilo, caminando despacio hasta donde su madre y hermana, apretando a ambas en un fuerte abrazo.—Debieron decirme que aquel animal las volvió a tratar mal, así me hago cargo de tomar cuentas con él. —suspira triste, mirando alegre e inquieto a sus mayores tesoros.

—Lamento eso, tu....—Hay duda en su tono, mirando fugazmente hasta donde su Alfa, mirando la cólera en sus ojos hizo que tragara grueso.—...tu padre me quito el celular, al igual que a tu hermana. —aprieta sus labios, decaída y con instinto acariciando su vientre.

Aquello sacando una leve sonrisa de su hijo.

—Esta bien, tranquila. Te daré otros dos nuevos. Ahora nada más que él me diga que quiere de mí...—se acerca a ambas y les susurra.— Alisten sus cosas, vendrán conmigo por unos cuantos días y me cuentan mejor lo que ha sucedido durante el tiempo que no he venido a verlas.

Ambas calaldas, asintieron despacios.

—Y tú, ya dime lo que quieres. —esta vez se dirige hasta el Alfa, que sólo suspira para calmarse y no alterar a su Omega por su estado delicado.

Mientras que fijaba en las dos mujeres irse hacia arriba calladas. Ya va a preguntarles que les dijo ese Omega tonto, sea de buena o mala forma.

—Debes casarte. Ya hable sobre tu compromiso, y han aceptado. Será dentro de tres meses.

疲ーpastel_tk🍓

𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐨𝐥 𝐒𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐓í.  ㅡ𝑻𝒂𝒆𝒌𝒐𝒐𝒌【PAUSADO】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora