Capítulo 24

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Angus

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Angus

Puedo decir que el día de hoy por fin no me he despertado con un vacío en mi pecho, sin pensamientos que me atormenten todas las mañanas al despertar. Este día es uno completamente diferente, ya que lo primero que ve mis ojos al despertar es a la bella chica dormida en mi pecho sin preocupaciones, transmitiéndome un poco de tranquilidad y que este podría comenzar a ser un día bueno.

Agarro mi celular del pequeño mueble que tenía a un costado de mi cama y reviso la hora, eran como las nueve y cuarto de la mañana, vuelvo a colocar mi celular en el mueble y decido despertar a la bella durmiente, ya que obviamente se ha quedado a dormir conmigo la noche anterior.

—Rose—empiezo a susurrarle— despierta princesa, ya es hora de despertar.

Abre los ojos perezosamente y mira a su alrededor hasta que cruza su mirada con la mía.

—Buenos días, bella durmiente—dije depositando un beso en su frente.

—Buenos días...¿hace cuánto estás despierto?—pregunta frotándose los ojos.

—No mucho, solo unos minutos.

—¿Qué hora es?—dijo sentándose en la cama, a lo cual yo hago lo mismo.

—Las nueve y veinte ahora.

—Okay—dijo pensando— tengo un poco de tiempo para desayunar y vestirme antes de irme a la editorial.

—Ve al baño, yo prepararé el desayuno.

—Gracias—dijo acariciando mi mejilla y depositando un pequeño beso en mis labios.—Faltaba el beso de buenos días—se excusa divertida y se levanta de la cama para salir del cuarto e ir al baño.

Niego con gracia para mi mismo y me levanto para dirigirme a la cocina a preparar el café con unos waffles, obvio ya hechos, yo solo los pongo en la waflera. Mientras espero a que se hagan, conectó mi celular a los parlantes de mi equipo y pongo música aleatoria, comienza a sonar una de Coldplay y yo la cantó mientras pongo los platos y cubiertos en la mesa.

Al escuchar sus pasos bajo un poco el volumen del parlante y sirvo el café con los waffles en la mesa.

—Gracias por dejarme dormir contigo anoche, aunque eres demasiado insistente—dijo riéndose un poco mientras se sienta.

—No iba a dejar que, ahora, mi novia durmiera en el sofá. ¿Qué clase de novio seria si lo hiciera? Ya no somos amigos, Rose para que me digas de dormir en el incomodo sofá—dije  con obviedad.

El chico irlandésWhere stories live. Discover now