Capítulo 3

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Salgo de casa, analizando lo que ha pasado mientras subo al auto a Aria y finalmente arranco

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Salgo de casa, analizando lo que ha pasado mientras subo al auto a Aria y finalmente arranco.

Es que esto no puede quedarse así, ¿no? No puedo simplemente aceptar esto y fingir que todo está bien. Tengo que hablar con los padres de León, ellos me dijeron que vendrían pronto a verlo y ni siquiera hablaron conmigo del tema en el hospital, solo se sentían aliviados de que su hijo no murió en el accidente. Y no niego que yo también estoy aliviada, pero ese es otro tema.

Es de mañana, León se quedó dormido, a sugerencia mía, luego de desayunar. Yo quería un respiro porque mi noche no fue la mejor y además estar cerca de él me causa demasiados conflictos internos.

Siempre se ha dicho que los caballeros no tienen memoria, pero esto es tremenda burla a ese dicho. León no recuerda que ha sido de todo menos un caballero, así que esto es como una fantasía combinada con el destino burlándose de mí y lo mucho que me costó aceptar el divorcio.

Es que procesarlo es tan agotador, y si me pongo de lado de León, seguramente es peor, pero a mí, más que agotamiento, me causa sufrimiento que no puedo explayar a mi gusto ni soltar las merecidas lágrimas.

Llego a casa de Carlota y, al bajar, me la encuentro en el jardín. Al vernos nos saluda de lo más tranquila.

—¿Dónde se quedó León? —Pronto parece preocupada. Le explico que se quedó dormido y que por esa razón solo vengo de carretita. No vaya a serla de malas que él entre en pánico al no reconocer las calles ni saber a qué dirección ir si llega a salir de casa solo—. Menos mal, ¿cómo se tomó la llegada a casa?

Aria se pone a jugar con Tommy, el perro de sus abuelos, por lo que me siento libre de sacar el tema.

—Parecía un niño asustado, y era evidente su frustración al no reconocer nada. —Me siento en la silla mecedora que tiene afuera—. Carlota, necesitamos acordar cómo haremos con León y su amnesia.

—¿Acordar cómo haremos? —Ella me mira como si lo que acabara de decir fuera algo tonto e inocente—. Cielo, tu esposo no recuerda nada más que a ti, ¿no crees que eso es bueno en cierto modo?

Yo la veo como si estuviera loca.

—¿Pero qué te pasa? No podemos simplemente tomarnos este tema a la ligera. —Comienzo a respirar acelerada. Las manos me tiemblan como anoche antes de dormir—. ¿Y si León recupera la memoria de la nada? Ahí sí seré la peor persona de todas, ¿eh? Ya lo oigo decir que por mi culpa no está con el amor de su vida, Luciana.

—Ni menciones a esa mujer, Adriana. —Hace una mueca—. Mira, sé que puede sonar algo cruel, pero creo que puedes aprovechar esto para recuperar a León.

—Qué cosas sueltas, Carlota, ¿acaso Dana te contó sus tonterías? —Estoy escandalizada—. No quiero lastimar a León, principalmente yo no quiero salir más lastimada de lo que ya lo estoy.

Me pongo a llorar, tratando de no hacer ruido para no alertar a Aria.

—Adriana, no llores. —Carlota me abraza y me soba la cabeza—. No hay otra cosa que quiera más que mi hijo vuelva a ser ese hombre perdidamente enamorado de ti, ¿por qué no intentar?

Lo que solíamos ser©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora