XLI

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Ambos padres llegaron antes del mediodía, al sentir la casa tan callada, no hicieron ruido.

El hombre fue hacia la cocina, para calentar lo que había quedado de la noche anterior, mientras que la mujer, tanto por su curiosidad y por su instinto materno que le pedía ver a los dos jóvenes, subió las escaleras para ir hacia los dormitorios.

Vió la puerta del cuarto de Quackity abierta, y apenas se asomó un poco para mirar, sólo lo suficiente para notar a los dos jóvenes en la cama tamaño matrimonial que compartían.

Quackity estaba de espaldas a la puerta, acomodado sobre el pecho de Luzu, quien parecía abrazarlo, aunque las sábanas no la dejaban ver del todo claro.

Sonrió, encantada con lo lindos que eran juntos, antes de cerrar la puerta con lentitud y dejarlos dormir un rato más.

Sin poder borrar su sonrisa boba en el rostro, fue a hablar con su marido de lo lindos que eran.

El hombre dejó a hablar a su esposa, escuchándola sin decir nada pero sin poder evitar sonreír al igual que su mujer.

— Creo que sí lo molestamos bastante cuando nos fuimos— dijo la mujer, sintiéndose un poco mal por su hijo—. Pero al final sí resultó.

— Suenas como una loca al festejar porque tu hijo tuvo su primer sexo anal.

La mujer golpeó a su marido con un trapo varias veces, enojada por el vocabulario del hombre.

— ¿No te parece desagradable que un hombre en sus cincuenta hable de esa manera?

— Pero si soy todo un adolescente.

— Y es nuestro hijo— lo corrigió, ignorando sus estúpidas excusas.

— Pero si lo digo así te hago sentir peor.

— Cállate y cocina— dijo la mujer, ya sin ganas de hablar con el hombre.

Loud ๑ Luckity ②Where stories live. Discover now