LIII

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Apenas se habían alejado unos quince kilómetros del lugar, varias canciones habían pasado desde que salieron de la casa.

Quackity estaba intentando disimular sus mareos desde hacía diez minutos, y no sabía realmente el por qué de estos, y tampoco el por qué su cuerpo temblaba tanto.

Comenzó a sudar frío, y por más que intentaba concentrarse en la música de su único auricular, su cabeza parecía comenzar a dar lentas y tortuosas vueltas.

Sintió algo húmedo caer de su nariz, resbalándose hacia su labio.

Llevó una mano hasta allí, tocando el líquido con sus dedos, al alejarlos un poco pudo ver la sangre, el tono rojo oscuro en sus temblorosos dedos hicieron que su estómago se revolviera.

Siempre había sido sensible al ver sangre.

Comenzó a sentir pánico, quiso llorar, todo aquello lo asustaba.

L-Luzu— lloriqueó, tocó el brazo de su novio, quien seguía mirando hacia la ventana, el auricular en su odio, del lado donde estaba Quackity, no lo dejó escuchar bien el llamado de su novio—. De nuevo— masculló, más alto que antes.

Luzu se volteó hacia él, no había entendido sus palabras, pero había escuchado su voz, abrió los ojos en grande al ver al pelinegro, que sostenía su pequeña mano debajo de su nariz, con sus dedos manchados de sangre.

— Qua..— Luzu se paralizó un momento, con su mano en el aire sin querer tocarlo, su vista pasó de su asustado novio a la madre de este, llamándola en un murmuró, se notaba el miedo en su voz.

La mujer se volteó, viendo a los dos asustados adolescentes y a su hijo con la nariz sangrando.

— Detente, detente— le habló rápidamente a su marido, quien dió una mirada por el espejo antes de poner señas para parar a un lado del camino.

Quackity sintió su cuerpo relantizarse, sus párpados pesaban y un gran cansancio lo abrumó, su respiración se volvió pesada y poco a poco sintió como si fuera apagando la luz del exterior.

En su mente, no podía quitarse la imagen de la sangre, y eso no lo ayudaba.

— Oh, no, no, no, Quackity— escuchó la voz de su novio, sintió sus brazos sosteniéndolo.

Cerró sus ojos por unos segundos, antes que el sonido de voces lo despertó de a poco.

No supo es qué momento habían desabrochado su cinturón, pero ahora Luzu lo sostenía en brazos como si fuera un bebé, sus ojos estaban muy rojos y su voz sonaba rota.

— Abre los ojos bebé, quédate despierto... No, no— murmuraba, los ojitos de Quackity se iban hacia atrás, volvían para enfocarse torpemente en el rostro del castaño, notaba a su novio luchar por mantener sus párpados abiertos.

El sangrado no había cesado, una estúpida servilleta de papel, empapada en sangre había reemplazado a la mano de Quackity.

— No me dejes— lloró Luzu, antes de que Quackity sintiera el mundo volverse negro otra vez.

Loud ๑ Luckity ②Where stories live. Discover now