Parte II: "Las escondidas"

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—¿Todavía no han llegado? —habla para sí y mira su reloj que marca las tres de la tarde—. Mi error, me entusiasma tanto que no puedo esperar más... Quizá debamos darles un empujoncito.










En alguna parte de la isla de Nunca Jamás...

—¡Isabella! ¡Me rindo! —el muchacho (¡Tan idéntico al anterior!) busca una cabellera castaña entre los arbustos pero sus ojos no encuentran nada.

—¿Te rindes? —saca su cabeza de su escondite entre los más altos árboles, él ve su sonrisa e intenta no contagiarse.

—Olvida que dije eso —mantiene su seriedad todo lo que puede aunque le resulte difícil.

Baja unas cuantas ramas y salta cuando está más cerca del suelo.

—Siempre me dejas ganar —patea una roca con una expresión decepcionada en su rostro antes de acercarse a él quien la mira con las cejas alzadas dispuesto a contradecirle—. No intentes convencerme de lo contrario, sabes todo lo que pasa en esta isla ¿y no puedes encontrarme estando en el mismo espacio que tú? Mejor ni te esfuerces, Peter Pan.

Pero hay algo que ella no sabe. Peter Pan no había logrado encontrarla porque ella tiene un brazalete suyo. Y sí así es como nadie puede encontrarlo... entonces nadie podrá encontrarla a ella. Por eso se lo había regalado, para que nadie llegara a ella más rápido que él y los niños perdidos (quienes conocían los lugares que Isabella frecuentaba)... Pero ¿no había podido encontrarla en un juego de escondidas? Él ya empezaba dudar de sí debía dejarle el brazalete.

—No es tan así, Isa —observa su rostro con detenimiento, los berrinches que en ocasiones hacía a él le encantaba... cuando no la metía en problemas ni le colmaba la paciencia, claro.

—Todos hacen eso, tú, Ron, Félix, Max, incluso Sam lo hacía —sus ojos brillan con pena por unos segundos, los recuerdos invaden su mente.

Pan posa sus manos en sus brazos descubiertos, su piel cálida terminan por reconfortarlo a él.

—No lo hacemos —le habla lo más calmado que puede aunque en verdad quiere reír por tal actitud infantil, ella había cambiado mucho desde que es reina, la niñez que no tuvo se adueña cada día de su espíritu... Y él de su corazón.

—¿Ah, no? ¿Y por qué jamás pueden encontrarme?

—Porque te escondes bien.

—¿Y por qué sonríen cuando me ven salir de mi escondite con mi sonrisa inocente por creer que les he ganado?

Él frunce las cejas ante la pregunta.

—¿Sonreímos?

—Si, como estúpidos —cruza sus brazos cuando Pan quita sus manos de ellos, luce tan confundido ahora.

—¿Yo sonrio? ¿Segura? —pregunta casi convencido de que ella se equivoca, al menos él creía haber reprimido esa sonrisa boba cada vez que ella le sonreía.

—Lo has hecho hace rato —le responde casi frustrada.

Si él sonreía así... y Ron, Max y Félix sonríen así...

—¿Y me dices que ellos tienen la misma sonrisa que yo tengo? —pregunta, ella asiente—. ¿Así como un estúpido? —ella vuelve a asentir ahora más confundida—. Los voy a matar.

Pan sabía que Sam estaba enamorado de Isabella y si él sonreía igual que él lo entendía, además estaba muerto... ¿Pero Ron, Max y Félix? En definitiva los iba a matar para que se reunieran con el mejor amigo de Isabella. Al menos este era el pensamiento que Peter tenía.(Sin embargo, sí que se equivocaba... Félix no la veía de esa manera. Al menos que yo sepa y yo sé todo, pues soy quien narra)

—¡Siempre quieres matar a alguien! —se queja sacándolo de sus pensamientos, él casi da un brinco por eso—. Siempre la misma historia, ¿no te cansas? Porque yo sí. ¡Deja de pensar un momento en matar y juega conmigo a las escondidas como debe ser!

—Isa, no tengo ganas...

—Cierra los ojos ahora y cuenta —sus ojos la hacen lucir salvaje, ¿quién no haría lo que ella quiere?

Pocos segundos pasan y Pan cierra los ojos luego de un resoplido.

—Uno... Dos... Tres... —empieza a contar sin muchas ganas— cuarenta y cinco... —el aburrimiento se apodera de él— y fin.

Ella no podía ir más allá del límite que habían acordado. Así que no sería tan difícil, ¿no?

No hay otro sonido más que el de la brisa y las aves.

Esta vez parece ser más difícil el juego... Pero en realidad no lo es...

Pan busca entre los árboles altos y nada. Busca entre los arbustos... y nada. El tiempo pasa y él nada encuentra.

—Isa, me rindo —espera a ver su cabellera salir de su escondite pero no sucede— Isabella, deja de jugar, has ganado —pero otra vez, nada pasa— ¿Isabella? —pregunta más preocupado, y otra vez nada—. Isabella, me estoy molestando.

Un grito corto pero bastante reconocible se escucha no tan lejos.

—¡Isabella! —se apresura a buscarla más rápido, intenta con su magia pero recuerda el brazalete—. Demonios.

Se frustra aún más por usar su insulto favorito mientras ella puede estar en peligro.

—¡Demonios! —la escucha maldecir y luego otro grito que él asegura ser de ella.

—¡Isabella! ¡Isabella, grita otra vez! —intenta seguir su voz.

—¡Peter!

Sigue su voz. Corre por donde su voz lo guía aunque no puede verla.

—¡Peter! Ayúdame.

La encuentra en el suelo tratando de sostenerse de una liana... porque un portal intentaba arrastrarla. Pronto él también es arrastrado, pero no tiene liana para sostenerse...

Entonces Isabella lo ve irse dentro del portal y antes de pensar siquiera una vez en cuánto podría Peter enojarse con ella por hacer lo que iba a hacer... Ella suelta la liana dejando al portal llevársela a donde sea que quiera mientras la lleve con él.












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Me tardo mucho, ya sé. Pero me queda una semana de puros exámenes. Solo una. Podré actualizar luego de eso en ambas cuentas.

Les recuerdo que también escribo aquí Lou_ok

También escribo a un Peter Pan pero es un poquito diferente, está interesante la cosa igual.

En fin, es un placer traerles de nuevo a estos personajes que me encantan.

Gracias por leer.

🫶

ReunidosWhere stories live. Discover now