La pureza de un niño, Lucerys.

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Aemond está consumido.

Lucerys puede ver la maldad filtrarse en el niño, no es justo por que Lucerys se prometió no dañarlo más de lo necesario y la decadencia absoluta de Aemond viene únicamente de sus acciones, si la lealtad de Aemond a él es feroz, pero perdió la lealtad a sí mismo.

El día en el que se presentó como un omega fue el peor día de su vida. Los maestres habían dicho que era un omega y para el escuchar aquello fue como escuchar una sentencia de muerte, atarle la soga al cuello, sin embargo no lanzarlo, no terminar de caer y romperse el cuello, no dándole la muerte, dejando una incertidumbre pesada sobre si moriría o no, cuando la soga iba a apretar su cuello.

Dejarlo al borde de la muerte.

Casarse con un señor, tal vez ni siquiera un señor importante como a su antepasada Viserra, morir en parto como su abuela Aemma, o vivir una vida miserable a la sombra de un alfa imbecil como la difunta Alicent.

La sola idea en que su vida se convierta en eso lo aterró, su madre jamás lo permitiría y seguramente sería comprometido de inmediato a Jacaerys, su hermano era guapo pero era su hermano, quitando eso viviría infeliz en un matrimonio con un hombre que no podría cogerselo sin sentirse culpable y con dos de sus tíos viviendo infelizmente (seguramente Aegon sería tan descarado de decirle roba maridos aunque no sea así, al menos lo diría en su mente), lo que arruinaría directamente la vida de 4 de golpe, sin contar los hijos de cada uno o los matrimonios de Aegon y Helaena, sería reina pero es inseguro, no se había presentado Aemond aún y Daeron tampoco, Lucerys tenía una corazonada que la corona estaba sobre la cabeza de Aemond y no la de Jacaerys.

Confiar en la intuición es estupido, poco realista y de poca educación, sin embargo si algo ha llevado a Lucerys a ser una reina en toda la palabra sin ninguna corona era la fe, no en ningún dios, no en ninguna superstición, fe en sí mismo, en Lucerys Velaryon.

Esa fe lo llevo a ponerse vestidos, a hablar más cerca de Aemond, asegurarse de sonreír con dulzura, hablar en un tono exacto para él, mostrar su cuello siempre, libre y sin marcas, perfecto para marcar, cabello lindo que de una luz a su rostro angelical, dulzura y compresión, lo suficiente para hacerle creer a Aemond que era un ángel enviado por los dioses, Lucerys no era eso, era la maldita diosa que decidió tomar ventaja del desprotegido Alfa.

Donde todos vieron a un tierno niño, Lucerys vio la mejor oportunidad de su vida, una corona y un lienzo en blanco, podía tomar todo lo que le gustara de Aemond y lo que no tenia, unirlo, crear un buen alfa, hecho a la medida, a su propio gusto.

Pero ahora parece que el lienzo blanco está en negro y eso lastima su orgullo, por que dentro de su maldad, de su ambición, Lucerys sabía que está tomando un alma inocente un niño que no ha sufrido y con una sonrisa tan grande que opaca al sol de verano, ahora sus labios son tan pálidos que se confunden con su propia piel.

El ha sido quien lo pinto de negro y el sabor de boca es tan agrio que en el fondo se pregunta ¿Valió la pena todo esto por la corona? ¿El alma de Aemond por sus ambición?.

— ¿Aemond desde cuando no duermes? — Lucerys sabe que es tarde y lejos de amanecer, su alfa sigue sin dormir desde que despertó del ritual y sabe que desde que se levantó del catre no ha cerrado ojo.

—Desde que me levantaste — admite por que a pesar de todo, Aemond nunca le miente.

Lucerys está cansado y Aemond también.

No bebe, no madre, no abuelo y no cordura, Aemond está casando.

Y Lucerys no lo dejará descansar.

—Vamos a nadar entonces — se levanta de la cama para ir a donde está sentado Aemond, en la silla en la que vela por su sueño todas estas noches — tengo que mostrarte algo — le sonríe con esa sonrisa que no era fingida ni creada específicamente para Aemond, le sonríe con esa sonrisa que salía natural de sus labios, cuando solo eran dos niños pasando la tarde juntos, cuando no eran alfa y omega, solo Lucerys y Aemond.

Se busca un buen alfa - lucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora