Capítulo IV Los 40 minutos

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Mayo del 2003. (EUROPA)

Tomás Artur

Conseguí esté trabajo gracias a mi tío Bladicien que desde hace mucho tiempo es mayordomo en el palacio, por lo tanto se me hizo fácil acceder en esta vida laboral por su ayuda. Es algo duro el día a día en este lugar, la realeza tiende a ser muy exigente y los horarios son muy cerrados que apenas me queda tiempo para respirar, algunos 15 minutos para almorzar. Pero no me quejo, el pago es buenísimo así que vale la pena el sacrificio.

Suena mi celular, supongo que es para que lleve a alguien algún lugar o simplemente valla a pagar el recibo de Internet, son increíbles nos recados absurdos que hago a diario, en fin así es el trabajo.

Bladicien (Mayordomo)

Necesito que lleves a Isabel a una conferencia importante. Te quiero en la recepción en 2 minutos. Es urgente.

Yo:
Ok, ya voy en camino.

Mi tío siempre me recomienda para ocasiones importantes, me he ganado la confianza de todos por mi eficiencia y disponibilidad en el trabajo, excepto la de Leonardo, el es casi inaccesible. El simple hecho de llevar a la reina así sea a ponerse una mascarilla son avances que permite mi crecimiento como personal autorizado.
Subo las escaleras rápidamente, una vez frente la puerta de la recepción doy dos golpes sobre la superficie de esta para que las personas adentro noten mi presencia.

-Adelante- escucho la voz autoritaria del rey Carlos. Automáticamente accedo a la habitación y me paro en medio esperando órdenes. Es un tanto incómodo ya que todos dentro de la recepción tienes sus ojos puestos sobre mi; la reina, el rey y el príncipe y ni hablar de Bladicien que en esa mirada puedo leer un "no las cagues". Supongo que evalúan lo más mínimo, mi posturas, seguridad, etcétera. Se quedan callados mirándome varios segundos, hasta que al fin la voz de la reina rompe el silencio, disminuyendo la tención en el ambiente.

-Si está capacitado, ok. Ya es demasiado tarde, el senado espera por mi, debo ser puntual. No hay tiempo para hacerle una prueba escrita a un chófer ¡Por Dios!.- el resto solo asiente ante las palabras de la reina. Aquí la autoridad suprema es de ella, el rey solo es el esposo de la reina y a eso está limitado.

-Tu trabajo será llevar a su majestad Isabel al palacio de Hampton Cour, se realizará una conferencia importante con la corte real, y se necesitan de las ideas de Isabel, se escuchará su punto de vista y se tomará la decisión que la reina considere correcta. Es una encomienda importante y necesitamos de ti las más alta perfección. Iras solo con ella debido a la falta de personal, así que a parte de ser su chófer debes cuidarla a como de lugar.- Yo asiento con leves movimientos de cabeza de arriba hacia abajo.

»Prepara la limusina y espera en la salida del palacio, una vez la reina dentro de la limu junto contigo, tienes hora y media aproximadamente para llegar a tiempo, aunque el viaje de aquí al Senado es de 45 minutos aproximadamente, nos ponemos delante de cualquier percance que pueda retrasar el viaje. Es realmente importante la puntualidad, así que confío en ti y en tus capacidades.

Salgo de la recepción a paso apresurado, luego corro bajando las escaleras para preparar la limusina lo más rápido posible, el tiempo es oro. Si cumplo bien la encomienda podrían llegar a ascender mi estatus laboral.

Estoy frente al gran rejado del palacio con todo preparado, esperando para salir de una vez por todas, estoy muy ansioso. Un par de minutos después se acerca la reina con un par de guardaespaldas saliendo del palacio, los poteros abren el rejado dando paso a su majestad. Ella abre la puerta de la limusina con la delicadeza que representa y lo mismo hace al entrar de forma sutil y delicada. Lleva un vestido negro largo de estilo formar con una abertura en la pierna izquierda un poco más arriba de la rodilla hasta sus tobillos, dándole un toque atractivo y sexi a su apariencia.

Un marrón En La RealezaWhere stories live. Discover now