Capítulo VI ¿¡Quee!?

24 4 3
                                    

La muerte puede llegar a desencadenar errores irremediables que algunas vez en vida la gente se encargo de mantenerlos encadenados. Acontecimientos que pasaron hace muchos años hoy pueden llegar perturban a alguien inocente. Deberíamos tener cuidado con lo que hacemos mientras vivimos, porque pequeños errores del momentos presente podrían ser destrucción inevitable para alguien en el futuro.

Un día escuché a un loquito del mercado o mendigo no se, diciendo que la vida puede estar formada por hilos (metafóricamente hablando) dichos hilos se unen entre sí hasta formar una historia, cuando un carrete se termina, se enlaza la punta de otro hilo para que la historia no termine a menos que el hilo principal se debilite hasta romperse, arrastrando con sigo al segundo hilo hacia un abismo sin salida, creo que así funciona. De alguna manera una vida está enlazada con otras vidas, y la perdición de una conecta a las otras al mismo abismo.

En algún momento pude llegar a pensar que tal persona solo decía disparates, talvez por su condición o por su apariencia pero hoy me doy cuenta que ese tipo de seres humanos pueden llegar a tener mucha más experiencia y sabiduría que cualquier empresario con un mejor estatus social y económico.

–Quien te dio la carta, Wil– pregunta María viéndome con picardía– ¿Tienes alguna admiradora?– ella suelta algunas risitas. –Ya muestra esa cosa– ella se me lanza enzima forcejeando por quitarme el papel de la mano. Yo solo levanto la carta lo más que puedo, extendiendo mi brazo al aire evitando que ella me alcance ya que soy mucho más alto que ella.

–¡Calmate!– digo pero ella me ignoras y sigue en plan de arrancarme el papel–Si te la voy a mostrar– digo entre forcejeos– No es una admiradora, gafa, es mucho peor de lo que pa...

–¡Aaaaay Que bellos los tórtolos!– me interrumpe Manuel al encontrarnos prácticamente abrazados por pelear la carta– ¡BESO, BESO, BESO!– empieza gritar una y otra vez muy emocionado dando pequeños saltos y lanzando gritos fangirl. –Me hubieses dicho que te ibas a declarar, María, y hago una pancarta.

María gira su cabeza hacia él como si de un exorcismo de tratara, mientras que mi reacción fue alejarme instintivamente de ella.

–¿De chill?– el hace su pose de roquero tratando decir que era broma. María corre muy rápido acercándose a él antes que reaccione, dejando caer con fuerza su delicada mano sobre la cabeza de Manuel haciendo que el suelte un quejido y comience a tallarse la zona golpeada en su cráneo.

–¡Tu eres el que está enamorado de Wil! Ridículo– le grita María mientras jala una de sus orejas.

–¿Quee? ¡Estás loca!– se ríe y se queja a la vez  –A mi me gustas tú pero me rechazaste porque te gustaba Wil. O no lo recuerdas.

–¿¡Quee!?– digo llamando la atención de ambos. Al parecer habían olvidado que seguía aquí.Ellos voltean su cuerpo hacia mi al mismo tiempo, María aumenta su agarre sobre la oreja de Manuel, mientras que el se queja y se ríe porque es un total payaso.

–¿¡Quee!?

–¿¡Quee!?– Dicen al unísono. Ya saben que fingir demencia es la mejor opción cuando te acusan de algo. Y eso hacen los muy cínicos.

Luego nos vemos las caras, los tres al mismo tiempo. La mirada de María va de Manuel a mi, la mía de Manuel a ella y la de Manuel hace lo mismo solo que diferencia de nosotros a él le parece muy divertida la situación.

–¿Que?– repite Manuel solo que está vez en forma de juego.

Eso hace que la tención en el ambiente disminuya. María suelta lentamente la oreja de Manuel.

–¿Que?– repito yo.

–¿Que?– dice María lo que hace que empezemos a reírnos como locos. Deberíamos estar internados en un psiquiátrico pero ya todos sabemos que la generación Z vino dañada de fábrica, así que es normal tener arranques esquizofrenicos debes en cuando.

Un marrón En La RealezaWhere stories live. Discover now