Capítulo 22

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Despertarme siempre era una incógnita para mí. A veces tenía mucha energía y otras veces no quería ni salir de la cama. Hoy no tenía ni siquiera la energía necesaria para abrir los ojos.

Pero algo me instigaba a comprobar el otro lado de la cama. Así que mi mano acarició las sábanas frías que había a mi lado, confirmando mis sospechas de que Adonis no había vuelto.

Aunque había conseguido dormir, no me sentí reconfortada. Me dolía la cabeza y me sentía muy somnolienta. ¡Echaba tanto de menos a Adonis! Mis sentimientos habían cambiado mucho, pero no estaba enojada.

Estar con Adonis me hacía sentir mucho mejor, y que él no estuviera aquí realmente me inquietaba.

Como había pasado una noche terrible, mi cuerpo necesitaba dormir más, pero antes de ceder, mi nariz percibió un olor a sangre. Inmediatamente mi corazón comenzó a acelerarse.

¿Era Adonis el que estaba herido? No, yo lo habría sabido.

Justo cuando abrí los ojos, una gota de algo cayó sobre mi cara. La toqué y me la llevé a los ojos.

Mierda, era sangre. ¿De dónde demonios venía la sangre? El fuerte olor hizo que mis ojos viajaran hacia arria, y ahogué un grito.

Justo encima de mí estaba el cadáver de una niña, colgando de la lámpara. Sus ojos sin vida me miraba fijamente y se me quedaron grabados permanentemente en la mente.

Sin perder un segundo, me arranqué las sábanas y salí a trompicones de la cama. Fue entonces cuando fui consciente de todo el horror. Las sábanas estaban empapadas de sangre. ¿Cómo diablos no lo había notado?.

De repente, sentí como si mis sentidos se abrieran, ya que el fuerte olor a sangre me provocó arcadas.

Todo mi cuerpo seguía temblando mientras me dirigía a la puerta, desesperada por salir antes de que el olor me hiciera enfermar. Ni siquiera miré el cadáver porque sabía que, si lo hacía, me desmayaría.

Mi cuerpo me parecía débil; estaba bastante segura de que tenía algo que ver con la espantosa escena de mi dormitorio.

Justo cuando abrí la puerta, las rodillas me fallaron y me caí. Joder, mi cuerpo era más débil de lo que pensaba.

Como mi plan de conseguir ayuda usando las piernas había fracasando, utilicé lo siguiente mejor que tenía.

Mi voz.

-¡ADONIS! -Grité.

-¡ADONIS, POR FAVOR! -grité de nuevo, arrastrándome lejos de la puerta. Tenía que alejarme de la habitación.

Los guardias empezaron a acercarse, pero mi compañero se adelantó a todos, con los ojos entrecerrados y el cuerpo tenso.

Ver su rostro me tranquilizó. Me levanté y me lancé sobre él, usando el último gramo de energía que me quedaba.

Necesitaba su abrazo reconfortante en ese preciso momento. Sus brazos me envolvieron con fuerza mientras yo respiraba su delicioso aroma, haciendo lo posible por no oler la sangre.

Sabía que no necesitaba decirle nada; el aire tenía un fuerte olor a sangre. Mis pensamientos se confirmaron con el potente gruñido de Adonis, que hizo temblar las ventanas.

Instintivamente me aferré más a él. Se dirigió a la habitación y me obligué a mantener los ojos abiertos porque sabía que, si los cerraba, aparecerían esos ojos sin vida.

Por suerte, estaba de espaldas a la horrible escena y de cara a la puerta del dormitorio.

Gabe y Evan entraron corriendo en la habitación, jadeando de sorpresa y horror. Era algo que nadie quería ver, sobre todo porque era una niña la que había sido asesinada.

Reina de los Licántropos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora