Capítulo 2

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Aparcándome frente a la casa de George, veo todos los autos que habían en este lugar. Definitivamente Nicole se había encargado de invitar a medio pueblo... y eso era mucho que decir.

Saliendo de mi auto con el regalo dentro de aquella bolsita en mis manos, camino hasta la entrada de la casa y toco el timbre de la puerta. Música fuerte resonando desde el interior de la propiedad. Luego de algunos segundos noto como la puerta se abre.

—¿Ethan? —Nicole aparece tras la puerta y me observa de arriba a abajo con una expresión de asombro en el rostro.

No es que la conociera mucho, solo la veía cuando ella iba con sus amigas al restaurante de comida rápida en el trabajo para llevarle el teléfono celular a George cuando se le olvidaba en su casa.

—Feliz cumpleaños. —Extiendo mi nano y le entrego el regalo, ella lo toma y se hecha hacia un lado pada dejarme pasar. Una vez dentro, ella cierra la puerta tras de mí.

—Gracias, no tenías que traerme nada. —Me regala una sonrisa tímida. Ésta viéndome pero nunca por más de dos segundos ya que bajaba la mirada al suelo.

—¿Qué edad cumples?

—Ah bueno, 20. —Pasa su mano por su rostro y acomoda un mechón de cabello tras su oreja.

—Bien. —Asiento, ella se sonroja.

—¡Ethan! —Doy gracias al cielo por escuchar la voz de George. Ya estaba comenzando a sentirme un poco incómodo por alguna extraña razón.

—Hola George. —El chico llega a mi lado y me da un saludo de manos.

—Viniste. —Sonríe. —Pensé que te quedarías en tu casa y me dejarías aquí plantado. —Me da un puño suave en el pecho.

—Yo cumplo mis promesas. —Meto las manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón. George asiente mientras sube una ceja.

De pronto, veo como unas chicas se acercan a Nicole y comienzan a cuchichearle cosas en el oído. Risitas y miradas extrañas provenientes de ellas hacia mi persona. Yo frunzo el entrecejo sintiéndome un poco... observado.

—Bueno, creo que mejor te llevo a la cocina antes de que estas chicas se te lancen encima y te devoren como leonas salvajes. —George pone una mano tras mi espalda y ambos caminamos en dirección a la cocina.

Al llegar, veo la increíble cantidad de alcohol que hay sobre la mesa del comedor. Papas fritas y todo tipo de comida chatarra por doquier.

—¿Tus padres aprobaron esto? —Me recuesto de la encimera con los brazos cruzados sobre mi pecho. Mis piernas cruzadas; una tras mi tobillo.

Sé que los padres de George son muy estrictos, más aún cuando se trata de fiestas, pachangas y sobre todo alcohol y drogas. Pero, a George no le importaba mucho, ya que cada fin de semana éste salía con sus amigos y tenía de costumbre llegar de madrugada.

—No exactamente. —Ríe por lo bajo mientras sirve un poco de ron blanco en un vaso con algún jugo. —Ellos están en una conferencia fuera del pueblo... —Le da un sorbo al vaso y prueba aquella mezcla, éste asiente. —Están en la cuidad vecina y no llegarán a casa hasta el lunes. —Comienza a preparar otro trago, igual.

—¿Y se perderán el cumpleañeros de Nicole? —Termina de hacer el otro trago y me lo entrega.

—Le transfirieron mil dólares para que los gaste en lo que ella quiera. —Se encoge de hombros.

¡Mil dólares! Lo que me gano yo en un mes de trabajo trabajando turnos dobles a diario.

—Oye, ¿y tu hermana? —Me pregunta, yo tomo un sorbo de la bebida. No estaba tan mal que digamos.

Todos Son Culpables ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora