Capítulo 2

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Inglaterra 1980:

"Mi nombre es Stefan Sanders Melton y soy el verdugo del ángel más bello que ha existido en el mundo; Catherine Norringthon Wesler. 

Tenemos dieciocho años de casados, pero me consideré el hombre más feliz sobre la faz de la tierra, solamente los primeros dos años, porque la realidad es que ella tuvo que renunciar a su verdadero amor, por culpa de las costumbres de nuestra sociedad y a mi propio egoísmo al no dejarla libre cuando aún le era posible unirse a su amado... Ahora que estoy muriendo, escribo esta historia como testimonio de mi terquedad".   

Inglaterra 1963:

Los Sanders pertenecemos a una de las clases sociales más altas de la nobleza inglesa y enseguida de nosotros se encuentran los Norrington. 

Debido al estatus de las dos familias, ambas partes decidieron comprometer a sus únicos hijos en matrimonio y fue así como terminé siendo el prometido de Catherine Norrington. 

Mi madre siempre decía que los hombres de la familia Sanders habían corrido con suerte porque todas las mujeres que se casaron con ellos se enamoraron de verdad. Escuchar eso me hizo suponer que a mí me ocurriría lo mismo y al cumplir los dieciocho años, pedí conocer a mi prometida, pero ella era dos años más joven que yo y la edad permitida para casarse era a los dieciocho. 

Resignado esperé el tiempo suficiente y cuando faltaban tres meses para su mayoría de edad, mis padres finalmente me llevaron a la mansión de los Norrington. 

Aquella noche estaba muy emocionado. Varios compañeros de la preparatoria decían que Catherine era una mujer muy hermosa y que cualquier hombre querría desposarla. Ninguno de ellos sabía que yo era su prometido y eso me llenaba de orgullo, pues al formalizar el compromiso, todos se morirían de la envidia – pero nada resultó como esperaba

Según sus padres, mi prometida estudiaría en un convento el comportamiento necesario para ser una buena esposa –algo absurdo a mi parecer –y nos suplicaron que tuviéramos la paciencia de esperar dos años para la boda. 

Mi madre pensó que esa era una excelente idea y aceptó posponer el matrimonio, en su lugar me hizo prometer que iría a Francia a estudiar administración. 

Luego de una cena relámpago, nos retiramos sin haber visto a Catherine. 

Yo estaba decepcionado por no verla ni siquiera un minuto y para calmar mis frustraciones, me dirigí a casa de mi primo Ron Bennett. 

Los Bennett no tenían el mismo nivel social y económico que los Sanders, pero mi padre adoraba tanto a mi tía –su hermana –que mantenía a toda la familia sin exigirle nada a su cuñado. 

En mi caso, mi primo Ron era un ídolo para mí. Él tenía un carácter despreocupado y divertido que hacía que todas las personas que lo conocían lo admiraran al igual que yo y como sabía que su desenvolvimiento era mejor que el mío, lo invité a venir a Francia –¡claro que mi padre pagaría su estancia! 

A la semana ambos viajamos a París y nos inscribimos en una escuela de administración. 

Todo el tiempo que duramos en aquel país, Ron se dedicó a conquistar a cuanta mujer se cruzaba en su camino, pero como ninguna logró atrapar su corazón, las terminaba de una manera terrible y ellas venían a mí para que le exigiera que se responsabilizara de sus acciones. Sin embargo, nunca pude hacer que cumpliera con su palabra y para evitar líos legales, mi padre pagaba una fuerte suma de dinero a cada desafortunada que se involucraba con él. 

A los dos años terminé mis estudios –Ron ni siquiera hizo la mitad de la carrera –para celebrar nos fuimos a un bar. 

Ron se emborrachó demasiado y comenzó a decir incoherencias. Una de ellas fue que Catherine Norrington ya había sido su mujer. Al oír aquello lo sujeté de la solapa de su saco y le exigí que dejara de mentir, pero él amplio su sonrisa y me contó lo mucho que se divirtió con ella. 

MEMORIAS DE UN AMOR VERDADERO: CATHERINE & STEFANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora