Capítulo 5

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PVO CATHERINE

"Hacerte sonreír es mi único objetivo en esta vida."

Esas palabras me acompañaban cada momento del día –incluso en la hora de la comida podía escuchar el eco de la voz de Stefan diciéndomelas.

Estuve días escapando de su presencia, pero lo veía también al cerrar mis ojos y acepté finalmente, que ya no habría manera de sacármelo de la mente.

En uno de mis constantes recorridos a solas, llegué a los establos y al oír el relincho de un caballo, me atreví a acercarme y me maraville de la hermosura de todos, pero en especial la de un corcel blanco y es que era enorme y tenía un contraste magnífico entre fuerza y belleza. Su pelaje parecía sedoso y era largo en su cabeza, cola y patas.

Ahora entendía por qué Stefan los amaba y por un instante me imaginé cabalgando junto a él y me sentí extrañamente contenta. 

Me tomé mi tiempo admirando al caballo y no me percaté de que alguien se acercaba a los establos. El ruido de un saco al caer me asustó y volteé hacia el lugar de donde provino y me encontré con la mirada de reproche del empleado que me felicitó el primer día que Stefan me trajo a la mansión –creo que dijo que se llamaba Mateo.

–¿Qué hace aquí? –preguntó y quise responder, pero él me interrumpió –al señor no le va a gustar que venga a molestar a sus caballos.

–¡No los estaba molestando! –respondí bajito.

–¡Venga!, –me sujetó del brazo –la llevaré a la mansión. No se preocupe, no le diré al señor Sanders que vino a incomodar a los caballos.

Salimos aprisa. Yo no entendía la razón de su molestia. Mateo me jalaba y su trato tan poco educado me empezó a disgustar y aunque él era más fuerte, me detuve y me zafé de su agarre.

–¿Qué le pasa?... ¿cómo se atreve a tratarme de esa manera?

–Ya le dije que al señor Sanders no va a gustarle que venga a molestar a sus caballos. Lo único que hacía era librarla de un regaño –me dio la espalda y retomó su camino.

¿Sería verdad?... Sé que no conozco bien a Stefan, pero no lo creía capaz de alzarme la voz o maltratarme sólo por venir a ver a sus caballos, aunque tampoco podía asegurar que no era así.

Decaído mi ánimo, no vi motivo para continuar con mi paseo y regresé a la mansión.

Las tardes eran terriblemente aburridas. No tenía ganas de nada y el silencio lo único que traía consigo, era el recuerdo de las palabras de Stefan.

Otro día que deambulaba por la casa, pasé por un pasillo angosto y mi curiosidad me llevó a recorrerlo. En las paredes se hallaban fotografías y cuadros de los ancestros de los Sanders. Era impresionante que todos los hombres de la familia fueran apuestos, pero mi cerebro traicionero pensó que Stefan era el más guapo de todas las dinastías. Detuve mi andar y una vez más me rendí a lo obvio.

¡Stefan Sanders me estaba empezando a gustar más de lo que deseaba! 

Tenía mis reservas pues no deseaba quererlo porque no me quedaba otra opción –después de todo, viviría a su lado hasta el último día de nuestras vidas.

Continué el recorrido con menos efusión. Antes de abandonar el pasillo, di una última mirada y me encontré con una foto de Stefan vestido con un traje elegante –del que supuse era de equitación.

Iba sobre el hermoso caballo que vi el otro día. Stefan sostenía un trofeo y sonreía hacia una mujer que vestía igual que él y montaba un caballo color bronce.

MEMORIAS DE UN AMOR VERDADERO: CATHERINE & STEFANWhere stories live. Discover now