Capítulo 3

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PVO CATHERINE

Al día siguiente, mi prometido se presentó muy temprano. Estábamos por terminar de desayunar, cuando Magda nos informó que Stefan me esperaba en la entrada.

Mi padre se molestó, pero me dio permiso de ir.

Caminé insegura hasta la entrada. En mi mente no dejaba de rondar mi traición contra él y eso me estaba impidiendo tratarlo con normalidad.

Quizás iba demasiado distraída, o Stefan se apareció de algún lugar escondido, porque cuando levanté mi cara, por poco y choco con él.

Stefan sonrió y me hizo una reverencia. 

–¡Buenos días, Catherine!

–¡Buenos días, señor Sanders! –creo que hasta tartamudee

–Tenía la esperanza de que me permitieras llamarte por tu nombre –me dijo apenado

¿Qué?... ¿A qué se debía eso?... No entendí su pregunta, si sólo nos saludamos. Stefan esperó por una respuesta de la que no tenía idea, pero al ver que seguiría callada, sonrió cortésmente y me ofreció su brazo.

Salimos de la casa y nos subimos a su coche –uno increíblemente caro y elegante

Todo el camino estuvimos callados. Era un momento muy incómodo y me asustó el hecho de pensar que así iba a ser nuestra vida a partir de ahora.

Quise llorar, pero logré contenerme pues Stefan detuvo el coche y apresurado bajó a abrirme la puerta. Cuando tomé su mano, miles de descargas atravesaron mi cuerpo y me tensé de vergüenza. 

Stefan me miró extrañado, aunque no hizo ningún comentario y entrelazando mi brazo con el suyo, me guio hacia un lugar que parecía ser un parque. 

–Es un zoológico, cuando era niño venía seguido con mis padres –me dijo emocionado –ojalá te guste el lugar –me miró esperanzado.

¡Qué hermosos ojos verdes!, pensé... aunque deseaba más poder decirlo en voz alta, pero mejor agaché la cabeza y entramos a un sitio con muchas jaulas.

Recorrimos todo y en cada jaula vimos un sin fin de animales que al menos yo no conocía, porque a mis padres les parecía un lugar impropio para gente como nosotros y jamás me dejaron venir.

Stefan leía la descripción y me maravillaba verlo tan sorprendido y es que era tan espontáneo y natural, que comencé a tranquilizarme y terminé disfrutando el pequeño paseo –aunque ocultaba mis emociones para mantener el decoro, tal y como mi madre me ordenó.

Al salir creí que me llevaría a mi casa, pero no fue así.

Seguimos caminando y llegamos a un jardín comunitario. Había vivido en aquella zona desde el día en que nací y era la primera vez que veía aquel sitio.

En el centro se hallaba una gran fuente y varias personas estaba reunidas a su alrededor. Yo los miraba confusa y Stefan tocó mi mano para que lo mirara.

–La gente cuenta que, si arrojas una moneda en la fuente, tu deseo se hará realidad.

– Y usted, ¿cree en eso?

– No, pero lo importante es la fe que tengas. Si no tienes fe, no habrá poder humano que logre cumplir lo que deseas y a esas personas, les sobra la fe.

Nunca nadie había hablado con tanta convicción. Stefan no sólo era muy guapo, sino también hablaba de una forma que hacía que le creyeras cualquier palabra que salía de su boca –una boca muy apetecible, cabe aclarar.

MEMORIAS DE UN AMOR VERDADERO: CATHERINE & STEFANWhere stories live. Discover now