CAPÍTULO SIETE

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—Así que... ¿Me dirás que haces aquí? —preguntó el portugués a la vez que se servía una copa de whisky y se sentaba en el sofá.

—Necesito hablar con vos de algo muy importante —estaba allí parado sin saber qué hacer o decir, más aún porque Cristiano estaba solo con una toalla que cubría sus partes íntimas dejando al aire su increíble abdomen.

Después de encontrarlo con aquella Omega, Cristiano le había ordenado a la chica que se fuera y a él que esperara en la sala hasta que se terminará de bañar, por eso ahora estaban en esta situación.

—¿Qué es eso tan importante como para que te cueles en mi casa en medio de la noche? Creí que había sido muy claro de que no te quería recibir.

—Es sobre lo que pasó en el partido —Cristiano levantó una ceja exigiéndole en silencio que continuara— Fue muy raro que de repente entrara en celo, los doctores me dijeron que probablemente fue un descuido o podía ser que había estado muy cerca de mi destinado y por eso tuve esa reacción. 

—¿Y yo que tengo que ver? —el portugués se levantó para llenar su copa sin dejar de mirar al otro alfa.

—Quiero saber si vos viste si estuve con alguien, la verdad no recuerdo mucho de lo que pasó y como fuiste vos quien me llevó a la enfermería, tal vez podés saber algo.

Cristiano meditó un poco antes de responder.

—¿Qué harás cuando encuentres a tu destinado? —a Lionel se le hizo muy extraña la pregunta, era algo bastante obvio ¿No?

—Cortejarlo, obviamente.

—¿Y si no fuera lo que esperas? —el portugués tragó pesadamente esperando la respuesta.

—¿Qué querés decir?, no entiendo.

—¿Y si tu destinado fuera un alfa? —soltó la bomba, mirando atentamente al otro.

Lionel boqueó tratando de dar una respuesta, su cerebro trabajaba al mil. No entendía hacia donde se dirigía la pregunta. Su nariz captó ese conocido olor a canela, causando que levantara la cabeza mirando al otro alfa estupefacto.

—Vos...

—Sí, yo soy tu destinado —afirmó sin dejar el contacto visual.

—No, no es posible —balbuceó el argentino ignorando el pequeño tirón de su parte baja.

—Yo tampoco lo quería creer, lo descubrí hace un tiempo...

El aroma de Cristiano se intensificó causando un ligero temblor en el cuerpo del otro alfa. Se acercó lentamente crispando aún más los nervios del argentino.

—¿Ves como tu cuerpo reacciona a mí? —preguntó mientras lo acorralaba contra la pared— Sabes... Interrumpiste en un mal momento —agarró su mano y la puso sobre su polla— Ahora tendrás que hacerte responsable.

Todos los colores del arcoíris pasaron por la cara de Lionel, su mano, aún inmóvil sobre el pene de Cristiano, se sentía demasiado caliente.

—¿Qué esperas? —el portugués guio su mano acariciándolo por encima de la toalla.

Messi gimió de anticipación mientras comenzaba a mover su mano por cuenta propia. Aún por encima de la toalla podía notar lo bien dotado que estaba.

—Vamos a la habitación —señaló una puerta al inicio del pasillo.

Una vez allí, Cristiano se dedicó a quitarle cuidadosamente toda la ropa al argentino, torturándolo lentamente con pequeños roces en todo su cuerpo que lo dejaban temblando a la expectativa.

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