XLVI Cuerdas

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-----Viernes 25  de Agosto de 1939

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-----Viernes 25 de Agosto de 1939. Campo de concentración Ravensbrück 11:26 PM -----

William al igual que las últimas noches, había dado un rondín de entre sus prisioneros. Después de matar el aburrimiento destrozando dos mujeres por mero morbo.

Se encargaba de limpiar el serrucho con que había amputado los brazos y las piernas de estas. El nazi escuchaba de fondo como las mujeres gritaban al ser devoradas por los perros sin poder defenderse. Sin una pizca de remordimiento echaba un vistazo y solo regalaba la sonrisa ladina.

—Los hornos te hubieran matado más rápido. — Se limpiaba las manos de la sangre que había quedado en su piel. —Por tu puta culpa... tendré que limpiar mi ropa.

Las puertas se abren. William sin prestar atención continúa lavando sus manos.

—¡Largo!  Estoy trabajando...¡Me estorbas!

Ignorando esta petición se acerca a la jaula viendo a las mujeres siendo despedazadas. Ese dulce sonido de  huesos siendo quebrados  y exponiendo todo al exterior era musica para los oidos el extraño.

—¡Dije que Largo!— William tira el serrucho y voltea con su 9mm en mano listo para disparar.—¿Que no entiend...

El nazi esta pasmado. Sus pupilas se dilataron, comienza a sudar en frió.

—Los rumores eran ciertos...—Da unos pasos muy lentos y se agacha a ver más de cerca. —Te has hecho más frió... William .Pero tu arte siempre me cautiva ¡Son perfectas!¡Agonizan y no te mueve ni una pizca de humanidas!

—Amira...—El nazi enfunda su arma y se acerca lentamente a ella. —¿hace cuanto tu...

—Tengo  poco mas de una hora despierta...Me dijeron que te buscaron para informarte...pero nunca abriste la puerta. — La judía ve que William ahora usa un parche para cubrir su ojo que James le logro extirpar.—Lamento haberte dejado tanto tiempo solo.

William sin pensarlo, besa a Amira. Sin duda desde hace tiempo él sabia que estaba enamorado de ella y de su retorcida cabeza e ingenio para destruir personas.

—¡No me vuelvas a hacer de nuevo esto! ¿Entendiste?

Era inevitable, ambos estaban ya entrelazados. Con sentimientos de por medio. Su relación podía ser mas fuerte que antes. Mas ahora que para los nazis Amira Lastrange, era Sigrid la prometida de William.

—Lo tomare como una orden...de mi superior.

—Como una petición...— El nazi ve que las piernas de Amira tiemblan y que el bastón no le ayudara mucho más tiempo. —¿Duele?

—Es soportable. —La judía tampoco negaba ya el sentimiento. Pero amaba sentirse correspondida. Solo que su condición le generaba inquietudes. —No los mires William...quedaron horribles.

Chicago: Decadencia mental...Sueño Eterno.® [Completa]Where stories live. Discover now