Capítulo XIII: Un cabo suelto

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El demonio se percató de que uno de los sirvientes de Astaroth lo estaba acechando.

Amon: Oh, vaya, mira a quién tenemos aquí.

Demonio: ¿Qué haces aquí?

Amon: Al parecer, sigues molesto.

Demonio: No me fastidies.

Amon se percata del jarrón con los miembros grotescos de los humanos.

Demonio: Dime, ¿a qué viniste?

Amon: No creo que tengas más opciones.

Demonio: Dime, ¿quién te envió?

Amon: Padre.

Demonio: Ah, así que padre te envió, ¿eh?

Amon: Debemos encontrar el cuerpo y traerlo de vuelta a casa.

Demonio: ¿Eh, cuerpo?

Amon: No te enteraste, los humanos tienen a Lilith.

Demonio: Malditos humanos, cómo los odio.

Amon: ¿Qué haremos?, digo, ya que padre me envió...

Demonio: Tú no harás nada.

Demonio: Solo serás un estorbo.

Amon: ¿Ya te olvidaste lo que pasó la última vez?

Demonio: ¿Qué intentas decirme con eso?

Amon: Digo, no sé cómo serán las cosas entre padre e hijo, pero si fuera yo, estaría muy enfadado.

Demonio: ¿Crees que alguien tan débil como él, pueda derrotar a un demonio?

Amon: No es por nada, pero ya cortó tu cabeza con mucha facilidad, y no es que quiera presumirlo.

Demonio: Pero no pudo matarme. - con risa burlona.

Amon: Padre tenía razón, eres patético.

Amon: Terminarán acabando contigo.

Demonio: Ya verás cómo acabaré con él.

Amon: Eso veremos.

Demonio: Y cuando lo haga, ascenderé un rango más alto entre los 9 círculos infernales.

Amon: Como digas.

Demonio: Los haré sufrir, haré que supliquen por sus vidas.

Amon: Haz lo que se te plazca.

Demonio: Claro.

Amon: Oye, y procura que no te maten.

Demonio: Maldito presumido. - en voz baja

El demonio se marcha finalmente, y Amon desaparece en medio de la oscuridad que abundaba aquella noche junto a los restos humanos.

Mientras tanto, una suave brisa acariciaba el rostro del joven Ryuji Kaze, en plena luz del día, allí en un remoto templo antiguo de los Budas. Los Budas, Ryu y su madre, personas de corazones sabios, vivían bajo la guía de su Padre, Hikari Akira, un hombre que representaba la brillantez y esperanza, el gran Buda. Sin embargo, en los últimos días, los Budas estaban llenos de angustia y preocupación, ya que decidieron ir en busca de su padre adentrándose en medio del bosque cuando cayera la noche, confiando en que su padre estaría allí.

Los Budas decidieron tomar partido, incluyendo su propio hijo Ryu, quien los acompañó en busca de su padre. Pasaron las horas cuando de repente, un horrible olor a azufre los invadió, rápidamente fueron a investigar y se encontraron con algunos restos humanos que habían quedado en la escena, cubiertos por un pozo de sangre.

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