『いち ハんめ の きす』

52 6 5
                                    

【Narrado por Sanae】

No sé cómo ha pasado esto, pero desde lo ocurrido con Kanda-kun todo ha dado un giro de ciento ochenta grados: Tsubasa-kun, quien siempre ha sido amable sin llegar a más, de golpe se ha aparecido en la tarde para luchar por mí contra otro chico, a pesar de ser superado en destreza.
¡Cómo si yo fuera una princesa, y él fuera mi caballero blanco defendiendo mi honor! Siempre había tenido fantasías dónde lo veía celoso, tomando mi mano con un toque posesivo ante la mirada de algún descolocado chico (Aunque la idea de alguien estando enamorado de mí aún suena sorprendente), pero siempre pensé que esos eran sólo clichés que jamás se darían.
No parecía que mi querido sol fuera de esa calaña.

¿Qué por qué me refiero a él como el sol? Porque es brillante, ambicioso, con una luz en su sonrisa que se expande a todo el que lo mira. ¡Todos nuestros amigos se motivan al verlo, como la naturaleza entera de anima con el más mínimo destello del astro rey!
Por eso suelo decir que es mi Sol en esas notas secretas que a veces escribo, pero que sé que nunca le voy a entregar.

—¡¡Tsubasa-kun!!— Me acerqué al ver los golpes en su rostro adorable, pero al que poco a poco iba notándole matices más maduros; ambos estamos creciendo mucho— ¿Te duele mucho? Dios mío, ¿¡Por qué hiciste algo así!? Te pudo haber lastimado en serio: Roto algún hueso o... ¡O un tendón! O inclusive, Dios no lo quiera, ¡Pudiste hacerte daño en las piernas al caer al suelo!
—¡Ya, ya!— Me respondió mientras acariciaba suavemente mi cabeza, como si fuera una niña, sonriendo de una forma que me hace derretir— No debes preocuparte tanto, Sanae-san: No me hizo demasiado daño, ¡A lo mucho sólo me duele jajajaja!

Solté un suspiro de resignación sin dejar de reírme junto a él (Benditas sean sus contagiosas carcajadas de niño), pues claramente era incorregible: Siempre iba a minimizar sus heridas, mucho más si las había recibido en nombre de un fin noble o de alguien que apreciara.

—¡Tú no cambias! Al menos permíteme curarte, que si no tus heridas pueden enconarse y será peor si quieres volver a jugar— Le contesté aún con una risa atravesada en mis palabras (Hasta me dolían levemente las mejillas) y comencé a buscar el pequeño botiquín que cargaba en mi bolso todos los días— Anda, deja que te cure.
—¿Cómo no hacerlo, manager?— No sé por qué, pero cuando me habla con ese apodo me sonrojo aún más. ¡De verdad que no sé disimular!
—¡B-bien!— Me senté justo frente a él en el banco que escogimos, y poco a poco pasé un paquete de hielo por las zonas hinchadas.
—¡¡Auch!! Dios, cómo duele...
—No te lo dije, pero te agradezco por haber venido a buscarme— Susurré mientras él hacia sus pequeños berrinchitos de dolor que siempre encontré adorables, pero sus quejidos no concordaban: Ya no sonaba como un niño— Aunque también te pido perdón por estas heridas...

Tsubasa se volvió hacia mí cuando acabé de murmurar, y me entregó una sonrisa de comprensión que me hizo sentir aún más débil a su encanto.

—No es tu culpa, Sanae-san— Me respondió en voz baja, totalmente diferente a lo que acostumbro de él. Su voz sonaba más baja, más firme y, me atrevería a decir, aún más masculina— Yo acepté el reto de Kanda a mi hombría porque tú me importas. Porque yo... Te amo.

Santo Dios: ¡Santo Dios!
La cantidad de gritos que sería capaz de soltar ahora, y el volumen impío que tendrían es indescriptible. La emoción me está consumiendo: ¡Algo en mí lo sospechó cuando fue a buscarme pero ya no cabe duda!¡Estoy demasiado feliz!

Oh no, creo que comencé a llorar; tengo el mal reflejo de que la felicidad hace que mis ojos se llenen de lágrimas traicioneras que le harán pensar que estoy triste.

【あなたの欲望の乙女】•〖La Dama de tus Deseos〗Where stories live. Discover now