【乙女セミナー•ゆかり】•〖Yukari〗

11 2 2
                                    

【Narrado por Yukari Nishimoto】

—¡Oh, hola Hiroshi!— Saludé a mi loco y sobreprotector primo con una sonrisa, tratando de atenuar su preocupación por mi presencia en un bar durante la noche.
¡Qué risa! Aún cree que soy una niña el gran tarado, y encima de todo es un celoso aunque no lo admita.

Aún recuerdo cómo se puso cuando le dije que íbamos a casarnos yo y Ryo: Se volvió loco haciendo preguntas y tirando amenazas del tipo “Lastimas a mi primita y te hago pedazos”, como si esa no fuera la mayor ñoñería que ha hecho en su vida. Cada vez que lo recuerdo estoy en el medio de voltear los ojos o doblarme de risa.

Cómo sea, en ese momento volteé hacia mis amigas, dándome cuenta de que la pequeña adivina de Kumicchi no le quita los ojos de encima a Hiroshi.
Ya va: ¿¡Qué!? Una de mis mejores amigas está enamorada... ¿¡De mi maldito primo!? Sus ojos están llenos de estrellas y sus mejillas tienen un resplandeciente rubor natural debido a la calidez.
Sí, ya no queda duda: El gigante de las peleas callejeras ha flechado el corazón de la dulce Kumi Sugimoto.

¡Kumicchi será mi cuñada! Debo hacer algo para juntarlos la próxima vez que vea a Hiroshi, pero no será hasta que nuestro seminario esté terminado.

—¿Q-qué están haciendo aquí?— Pregunta él, pero todas notamos que nuestra kouhai no es la única inmersa en contemplarlo: Hiroshi también tiene sus ojos clavados en mi tierna amiguita con un brillo especial en las iris.
Sí: Tengo nueva cuñada y las cursiladas no pararán en veinte años.
—Vine a divertirme con las chicas por un par de días, ya sabes— Dije mientras me levantaba para acercarme a él, dándole un (Para nada) disimulado golpe en la nuca con mi mano— ¡Despierta idiota! No te comas con los ojos a mi amiga, que todavía está muy chiquita.
—¡Y-yo no sé de qué hablas, Yukari!— Responde mientras se frota el cuello por la zona donde golpeé, haciéndose el imbécil cuando hace un segundo ambos estaban a punto de besarse, manosearse y desnudarse con los ojos en cinco minutos.
—No nací ayer, primito, pero equis— Le digo burlándome con una gran sonrisa, viendo cómo tanto él como Kumicchi desvían la mirada avergonzados. ¡Qué ternura!
—N-no sé de qué mierdas hablas, pero si vas a reírte mejor me iré— Haciéndose el ofendido de forma ridícula, Hiroshi se va con el rabo entre las patas, no sin antes voltear a ver a mi kouhai disimuladamente.
—¿¡Y el anillo para cuando, gigantón!?— Gritó Azuzu, lo que nos hizo caer de risa a todas.
—¡Eres la mejor Azu!¡JAJAJAJA!— Nos estábamos desternillando por las carcajadas sobre la mesa, todo mientras Kumicchi se cubría la cara por los nervios que tenía.
—¡N-no es gracioso! J-Jito-san es guapo pero no estoy segura...
—¿No que le pedías a Kami-sama un nuevo amor?— Preguntó San-chan mientras tomaba las manos de Kumicchi entre las suyas con mucho cariño— Anda, apenas puedas debes aprovechar la oportunidad que se te presenta.

La chica es como una princesa: No sé cómo nunca ha visto su propio valor, pero quiero que lo vea. Por eso se me ocurrió este plan.

En el fondo siempre quiero que todos a mi alrededor descubran su verdadero valor: Por eso trato de animar a mi amado ante todo, por más que sienta que no pertenece a ningún lugar. Deseo que él también reconozca que es el mejor de todos los hombres, y que vale por mil.

No planeo hablar de mí en voz alta, pero claro que pienso en todo el potencial que ellas esconden: Yo no siempre fui una chica directa y fuerte, sino que alguna vez fui un ratoncito asustado.
Justamente cuando estaba en la primaria.

Los niños siempre me trataban mal y me golpeaban, diciendo que era una niña muy fea y que parecía una bruja. Hiroshi siempre tenía que defenderme porque yo no sabía mi valor.

Pero desde que crecí y conocí a los muchachos, además de juntarme con San-chan y Kumicchi, poco a poco he ganado más confianza para estar erguida.
Recuerdo todo el miedo que me daba siquiera que mi rostro mostrara la más mínima expresión, temiendo que pudieran burlarse de mí.
No quiero eso para mis amigas: Por eso me llevé bien con mi querida Maki-chan, pues ambas nos hemos hecho fuertes a pesar de todo.

Aún puedo recordar bien la primera vez que nos vimos, justo como si hubiera sido ayer, durante una curiosa visita a Italia.
Ryo y yo estábamos juntos visitando a Hyuga-san en su casa, junto con Maki-chan a quien apenas nos estaban presentando.

—¡Es un placer conocerte, Akamine-san!— Dije con una sonrisa, a lo que ella respondió con una sonrisa igual de confiada que la mía.
—¡Es un placer, Nishimoto-san! O bueno, Ishizaki-san— Corrigió con una pequeña risita, haciendo que mi prometido se sonrojara y yo me riera de buen grado.
—¡Muy pronto, señora Hyuga!— Le contesté de la misma manera, a lo que ella contestó con una carcajada.
—Me agrada mucho esta chica, Kojiro: Empieza a juntarte con el cara de mono más seguido— Bromeó ella mientras tomaba mi mano, dispuesta a llevarme a la cocina— Vamos por una bandeja de té; quiero conversar más contigo.
—¡Claro que sí!— Respondí tranquilamente mientras me iba a su lado, dejando a los muchachos conversar tranquilos.

Al tiempo que preparábamos la tetera, Maki-chan fue soltando una que otra pregunta y frase para conocernos mejor: Su banda favorita era Supercar, y se dedicaba a jugar softball a nivel olímpico. No podía parar de gritar de entusiasmo: ¡Una jugadora olímpica, qué emoción!

—No puedo imaginar lo cool que eres, Akamine-san— Le dije sinceramente, juntando cuatro tazas de porcelana en la bandeja— Me gustaría ser tan genial como tú.
—¿Y si me cuentas de ti? Además de tu nombre y de tu prometido no sé nada— Me dijo con actitud fresca y tranquila, buscando las bolsitas de hojas de matcha— No me gusta hablar tanto de mí: No soy tan cool como dices.
—¿Qué va? Ahora mismo soy maestra auxiliar, no es nada interesante— Le dije con algo de confusión, pues no me cabía en la cabeza que una chica tan increíble como ella se menospreciara— En la escuela fui manager del equipo de fútbol; no hay mucho que contar.
—¡Qué suerte tienes! Me habría encantado estar ahí para conocer las victorias y derrotas de Kojiro como tú pudiste conocer las de Ishizaki-san— Sinceramente, me iba a poner como una cereza de roja por su halago: ¡Es tan tierna!— Me fascinaría ir contigo a una clase, aunque no soy tan paciente. ¡Jajaja, Kojiro dice que tengo la mecha corta!
—Ryo dice lo mismo de mí: Sólo son unas nenas— Complementé aún riéndonos, tomando el té sin importar que nos ahogáramos entre las risas que provocamos por bromear de más.

Le conté que me fascinaban las películas de acción y los cuentos de hadas, siendo una extraña mezcla en la que solía preferir Blancanieves y el Cazador entre todas las películas del mundo. También era una gran fanática de Mariya Takeuchi, y las dos nos volvimos locas cantando sus canciones y las de Miki Furukawa a todo pulmón.

¡Se sentía como ser amigas de toda la vida! Justo como las larguísimas llamadas por teléfono que teníamos con San-chan mientras escribíamos diarios, o nuestras escapadas con Kumicchi para preparar deliciosos dulces a los muchachos en la cocina de la escuela.
Atesoro más que nada mis recuerdos, todos y cada uno con ellas, y estoy dispuesta a formar nuevos.
Por eso organicé nuestras increíbles vacaciones: Deseo que tengamos un increíble tiempo juntas.
Volviendo a la realidad, nos encontrábamos emocionadas por el enamoramiento de Kumicchi y Hiroshi, y nadie paraba de chillar y reírse por lo tierno que resultaba.

—¡Me moriré de diabetes en su boda! Deberías revisar en tus cuadernos tus posibilidades de suerte para que estén juntos— Dijo Yoi-chan, quien ondeó ese cabello largo que la mayoría le envidiábamos un montón— Será divertido ver lo que la suerte depara.
—¡Esa idea me encanta!— Les dije al tiempo que alzaba una mano, haciendo señas al camarero— Pidamos algo para celebrar: ¿Ideas?
—Pidamos macarrones— Sugirió Yoshiko-chan (O Shiko-chan, como me gusta llamarla).
—¡También podemos agregar batidos de café y chocolate!— Agregó Yoi-chan con un brinco, y vaya que esa combinación sonaba muy apetitosa.
—¡También estaría bueno con un buen pastel de helado!— Sugirió Azu-chan mientras que el camarero se veía risueño.
—Se van a poner como unas vacas, se los juro— Agregó Maki-chan fingiendo enfado, pero se ablandó inmediatamente— Nee~... Por favor, pónganme también un parfait de frutas. Ya lo quemaré con ejercicios.
—¡Así se habla!— Gritó Kumicchi al dar un golpe en la mesa— ¡También quiero un parfait pero de chocolate!

¡Cómo amo a estas damas! Ojalá todas fueran tan abiertas y directas como Kumicchi, Azuzu o Maki-chan, pero no se puede tener todo.
Quizás si escribimos diarios y los intercambiamos...
¡Sí!¡Así podremos acercarnos más! Este seminario no ha hecho sino comenzar.

______________________________

【あなたの欲望の乙女】•〖La Dama de tus Deseos〗Where stories live. Discover now