【乙女セミナー•一緒に歌う】•〖Cantando Juntas〗

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Al encontrarnos en el bar Grace Club, nos quedamos pasmadas por completo: Ninguna había ido jamás a un bar y mucho menos a una discoteca, así que estar en un ambiente oscuro pero con aquellas luces estroboscópicas y lásers que giraban a nuestro alrededor se sintió como un extraño shock para todas.

—¡Wow!— Quizás el brillo de nuestros ojos resaltaba más aún nuestra inocencia de borregos, pero es que, por Dios, ¡Jamás en la vida vimos algo así!
—¡Esto es increíble!— Chilló Azumi-san mientras se veía que su cuerpo reaccionaba a la música, moviendo sus caderas levemente al ritmo— ¿Podemos ir a cantar?
—Según leí, son cien yenes por canción— Explicó Akamine-san mientras revisaba su cartera, y de inmediato nos sonreímos entre todas.

La música que llenaba el lugar eran ritmos desconocidos para nosotras; como un exótico y bailable tamborileo llenando cada parte de la habitación dónde nos encontrábamos. Podía sentir cómo mi cuerpo vibraba de los pies a la cabeza, todo gracias al equipo de sonido gigante que dotaba a la música de un efecto ensordecedor.
Todo me encanta, pero al mismo tiempo me marea: No sé cómo es posible.

—Primero bailemos un poco, antes de que abran el micrófono— Sugirió Yukari-chan, pero yo estaba muy nerviosa. ¿¡B-bailar?! Yo no sé hacerlo, ¡No, no es buena idea! Pues era muy tarde, porque Yukari-chan ya me estaba arrastrando hacia la pista.

Ella se divertía mucho junto a Azumi-san, quien intentaba enseñarle a tener algo de ritmo y sentir la música de forma que se emocionara.

—¡Vamos! Sólo mueve tus caderas, y siéntelo como puedas— Azumi-san sostenía la mano de Yukari-chan mientras ambas saltaban y giraban, haciendo que el resto nos fuéramos acercando poco a poco.
Esto de los clubes claramente no es lo nuestro pero, bueno, sólo se vive una vez. ¿Cierto?

Yo trataba de sentirme cómoda girando junto a Yayoi-san, charlando y riéndonos cuando alguna prefería quedarse quieta un instante. Éramos un par de monjas sin mucho ritmo, pensé.

—Soy un desastre en esto— Dijo Yayoi-san con timidez, abrazándose a sí misma por los nervios de la situación— No sé por qué creí que esto era un buen plan; me da vergüenza.
—No eres la única— Respondí mientras las dos buscábamos un lugar dónde sentarnos. ¡Bingo! Habían varias mesas cerca de ahí dónde podríamos descansar.

—Yo no sé qué hacer, Sanae-san— Explicaba ella mientras jugaba con sus manos en la mesa— Me da muchos nervios molestar a Jun: A veces quiero salvarlo y protegerlo de absolutamente todo, pero él no me permite acercarme.
—Yayoi-san...
—¡Por él siempre estoy estresada! Me asusta mucho que un día me llamen a la escuela y me digan que sufrió un paro, o incluso un infarto por sobreesfuerzo. Siempre hace lo mismo, y nunca puedo dejar de asustarme por él incluso si sé que estará bien— Aquella hermosa chica de linda sonrisa de la que tuve unos celos terribles hace años, ahora mismo se encuentra llorando frente a mí en un colapso debido a todo el estrés que le provoca— P-por eso dudé de regresar como manager para el mundial juvenil de los chicos; tengo tanto miedo de que vaya que no sé si soportaría estar ahí para atenderlos.

Me quedé totalmente sorprendida al ver su gran fuerza quebrarse: Yayoi-san vivía día y noche preocupada, con la adrenalina al límite cada vez que su adorado novio se decidía a jugar un próximo partido. No me imagino la cantidad de lágrimas que ha de ocultarle a Misugi-kun, todo para animarlo con toda su alma al día siguiente.
Me duele mucho por ella.

—No estás sola, Yayoi-san— Me atreví a abrazarla fuertemente, tratando de reconfortarla mientras llora en mi hombro como una niña— Yo sé que es difícil, que temes por la vida de Misugi-kun más que nada, pero aquí estoy para escucharte. Aquí estamos todas.
—Eres una buena amiga, Sanae-san— Susurró ella mientras se secaba las lágrimas— Al menos, entiendes lo que siento mejor que nadie. A veces siento que a Jun ni siquiera se interesa por notar estas cosas...
—Yo a veces siento lo mismo respecto a Tsubasa— Reconocí mientras nos mirábamos con una actitud entre melancólica y desesperada— A veces siento que los chicos están tan ensimismados en sus cosas que rara vez ven a través de nuestros ojos...
—Y cuando crees eso, entonces te das cuenta de que se esconden en sus sueños buscando algo que aún no entenderemos—  Suspiré mientras seguía acariciando su precioso cabello largo, desenredando pequeños nudos con mis dedos— Quizás lo descubramos pronto.
—Sólo quizás...
—Por ahora podemos seguir apoyándolos, y eso los motivará a abrirse, así como Misugi-kun lo ha hecho con el tiempo y solamente para ti— Sonreí al recordar cómo el principe orgulloso poco a poco aceptaba hacer confidencias a mi amiga, y ella cayó en cuenta de que habían dado un gran paso.
Y es que sí: No se trata de lo que se ve lindo o de lo que otras parejas demuestran en público. Ni siquiera se trata de estar pegados todo el día.

【あなたの欲望の乙女】•〖La Dama de tus Deseos〗Where stories live. Discover now