Capítulo 6: La Librería

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Al abrir los ojos me doy cuenta de que no llevo puesto el pijama, sino que llevo puesta la misma ropa que ayer. Me froto los ojos para despertarme y me estiro. Tengo un libro sobre el regazo lo que quiere decir que ayer me quedé dormida mientras leía. Problema, que ahora no sé porqué página voy. Cuando cojo el libro veo que es tres meses.

Bueno entonces no pasa nada por haber perdido la página, porque ya te lo has leído como noventa veces.
Me levanto de la cama y busco el móvil por toda la habitación, y resulta que ni siquiera estaba en ésta, sino que estaba en el baño, más concretamente, sobre el lavabo.

Y luego te quejas de que te llamen despistada...

Con el móvil en la mano regreso a mi cuarto y me vuelvo a tumbar en la cama. Lo desbloqueo, entro en Google y busco: " Hermanos de Aike Lenbo".

Ya te dijo ayer que era a hijo único.

Sí, ya sé que ayer me dijo que no tenía hermanos, pero es que se puso muy nervioso con una pregunta tan simple y eso quiere decir algo.

Sí, que no le apetece hablar del tema.

Bueno, me da igual, ¿ A quién le va a hacer daño que lo busque?

...

¡Exacto! A nadie.

Cuando por fin termina de cargar lo único que me aparece es: " Aike Lenbo, escritor autor, veinte años, hijo único". Nada que no supiera. Así que esto no ha servido para nada.

Miro la hora, son las nueve, por lo que me levanto de la cama y voy a ducharme, porque no pienso ir con la misma ropa que ayer y encima sin ducharme. Justo antes de entrar al baño mi móvil suena. Es Aroa.

Aroa<3: ¿Te parece si vamos a desayunar?

Daira: Sí, claro, ¿ Donde?

Aroa<3: ¿ En la cafetería de al lado de tu conservatorio?

Daira: Ok

Aroa<3: En quince minutos estoy en tu casa.

Joder, que manía con meterme prisa. Me meto en la ducha y a los cinco minutos ya estoy fuera.

Eso es un nuevo récord.

Corro a mi cuarto y busco en mi armario algo que ponerme, y al no encuentrar nada empiezo a estresarme. Al final me termino poniendo la misma ropa que me puse ayer, total solo me va a ver Aroa, y ella no me vio ayer. Me peino un poco, me arreglo, cojo el bolso, las llaves y salgo de casa.

Al llegar abajo resulta que Aroa todavía no ha llegado por lo que hoy me toca esperarla a mí. Me siento en las escaleras y saco el móvil. Pasan exactamente cinco minutos y veinticuatro segundos cuando me empiezo a aburrir de esperarla.

Ya sabes lo que siente la gente cuando tardas tanto y les toca esperarte.

Apoyo los codos en el escalón de arriba y me reclino un poco hacia atrás, y suspiro pesadamente. Y si os preguntáis porqué no miro el móvil es simplemente porque no tengo ninguna aplicación interesante que mirar, y ya me he cansado de ver las fotos de perfil que tiene la gente en WhatsApp. Pasan otros cinco minutos y entonces mi móvil vibra en mi bolsillo, me están llamando. Así que sin mirar el número descuelgo y me llevo el teléfono a la oreja.

-¿Si?- pregunto nada más descolgar.

-¿ Daira?- Es Aroa y suena preocupada.

-Sí, ¿ Qué pasa? Llevo diez minutos esperándote.

El atardecer que nunca vimos (Borrador)  (En pausa) Where stories live. Discover now