XII. sonrisas honestas

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Satsuki Keiguji era el nombre de la niña Pinkie pie. Izuku no era precisamente alguien (en la actualidad) que se preocupara por aprenderse los nombres de sus compañeros, sin embargo ésta niña en particular se había esforzado demasiado para que el pecoso se memorizara su nombre.

Cada vez que Izuku la llamaba con un chiteo, un «hey, tú, Pinkie pie » o le picaba el brazo, la niña no perdía oportunidad en decirle un (con mucha emoción) «¡Es Satsuki Keiguji, Midoriya-san!» y con el tiempo Izuku terminó por llamarla Suki-chan. Y ésto sin dudas tiene su explicación: Satsuki quería que el serio delegado del 1E fuera su amigo, lo miraba tan triste que le era imposible no tratar de subirle los ánimos. Además, su quirk y escencia misma era propensa a querer alegrar todo a su alrededor.

Para Izuku, sin embargo, fue muy difícil al principio llamar con aquel diminutivo al torbellino que se autoproclamó su escudera y amiga; Satsuki y Katsuki  se parecían demasiado (el nombre) y al principio fue doloroso agregar otro diminutivo cariñoso a alguien con terminación en Suki.

Aunque tenía más que presente que entre ellos no se parecían en nada.

La piel de Satsuki segregaba un tipo de feromona muy particular cuya función era estimular las hormonas de la felicidad. Tales como las endorfinas o serotoninas, y al pasar un tiempo con la niña pues se notaba. Con el tiempo se dió cuenta que su tierno quirk no parecía funcionar en Midoriya-san, y ésto en lugar de confundirla la puso triste. Y Satsuki Keiguji triste, era muy feo de ver. Su cabello rosado, chino, largo y esponjoso se retraía y parecía una florecita muriendo. ¡Esto la hizo pensar, que la tristeza de Midoriya-san era tan profunda que ella debía de esforzarse más!

Así que cada que observaba que Midoriya-san estaba solo, ella se acercaba con algunos dulces de café a hacerle compañía. Si el pecoso se encontraba con Todoroki-kun ella ¡Jamás! Se acercaba, no podía. Ella era muy extrovertida, comparada con sus compañeras y compañeros del 1E, pero sin lugar a dudas era algo tímida, y estar cerca de una persona bonita como Izuku era lo suficientemente vergonzoso como para, además, estar en el mismo espacio que el guapo hijo menor del héroe N° #2.

Por eso, cada vez que estaba con Midoriya-san y miraba acercarse a Todoroki-kun, se iba disimuladamente.

Todo lo disimuladamente que se podía ir una niña que expulsaba y gritaba alegría, pensaba Izuku.

Por otra parte, ¡Midoriya-san y Todoroki-kun se veían muy lindos juntos! Y ella no quería hacer mal tercio, así que dejándolos solos se iba a buscar a alguno de sus amigos para molestarlos. La cosa era hacer a Midoriya-san feliz, era su pequeña misión, y además de estar juntos en el salón de clases ella aprovecharía todos los recursos para estar cerquitas y poder ayudar más. ¡Daría lo mejor de ella!

Sin embargo, cuando en una ocasión otro alumno del 1A se acercó de forma extraña a su mesa en la biblioteca, ella se puso en guardia. ¡Que sea bajita y no de miedo, no quiere decir que no se sabe defender! Midoriya-san se había tensado al ver que ese tipo se acercaba, por ende no podía ser bueno, aunque fuera al curso de héroes. ¡Bakugou-kun no molestaría a Midoriya-san! Ella le daría un jaque. Sabía Taekwondo, no la tienten.

Se hizo la que no estaba prestando atención, pero estaba en guardia. Nomás que ese intento de aspirante a héroe se quisiera pasar de listo... ¡Una patada le llegaría, y no sabría ni de dónde salió! Por supuesto que ella sabía sobre lo ocurrido con Todoroki-kun y Bakugou. Porque el -kun no se lo merecía, pensándolo bien.  Así que sabía con qué clase de tipejo se estaba viendo, Midoriya-san no le había contado nada, pero no era necesario, si no le gustaba era razón suficiente para que a Satsuki tampoco lo hiciera.

“Deku.” llegó, mirando con atención el pequeño cuerpo del peliverde, mismo que se encogió al tenerlo frente, guardando sus cosas con rapidez. Satsuki miró con atención ésta acción. Bien. Ella también empezó a recoger todo.

“No llames de esa manera a Midoriya-san, grosero.” fue la niña la que le dijo, en voz baja.

El rubio la miró, con una venita marcada en la frente. “¡¿Ah?!, Cállate, no estoy habl–” Midoriya-san, de nuevo, intervino. Eso la conmovió mucho, parecía ser que el delegado no quería hablar, ¡Pero lo hizo para callarle la boca a ese!

Izuku suspiró, cansado. No estaba para soportar a... “Katsuki, creo que dejé bien en claro la última vez que -...” el rubio lo interrumpió, furioso.

“¡Y una mierda! Debemos hablar como corresponde. Yo también tengo cosas que decirte.” golpeó con ambas palmas la mesa en la que estaba un termo con café, mismo que por poco se cae, si Satsuki no se hubiera puesto vergas para agarrarlo.

“Pues no las quiero escuchar. Permiso, Suki-chan vámonos.” terminaron de recoger todo, y con cuidado (y sin darse cuenta) Izuku tomó de la manga a Satsuki. Ella se emocionó, uniendo sus meñiques mientras los balanceaba. ¡Que Bakugou se jodiera, su nuevo amigo le estaba tomando confianza!

A Katsuki sin dudas no le gustó esa bonita interacción, por más platónico que fuera.“¡¿HA?!, ¿Quién es ésta extra? Tú no te vas hasta que hablemos, Deku- ¡Izuku, por favor! Escúchame.” Izuku lo miró, furioso, mientras se alejaba y con él se llevaba a Satsuki, misma que buscaba una distracción para regresar y darle un buen golpe a Bakugou. Aunque sin dudas, Midoriya-san era mucho más importante que ese... Ése extra. Sin dudas se tomó personal el que la llamaran extra.

Escuchar a Kacchan decir su nombre era muy doloroso.“No puedes insultar a mi... Amiga, y esperar que no me enoje, Katsuki...”  Izuku pensaba que sí podía enojarse, parecía ser que las emociones más negativas eran más propensas a que él las sintiera.

Parecía que los hermosos gladiolos rojos no consiguieron llevarse todo, pues le dejaron lo malo, lo detestable. Lo que lo hundía. Por eso prefirió alejarse, tomando como ancla a la niña bajita que se había pegado como lapa a él y a la que terminó por encariñarse. Si es que podía hacerlo, claro. Lo único que sabía es que debían de alejarse de ahí y buscar otro lugar para estudiar y que jamás dejaría a Suki-chan sola, ahí.

En ocasiones se sorprendía a sí mismo pensando en qué hubiera pasado si Suki-chan hubiera estado con él en secundaria. Probablemente no hubiera sufrido tanto, tendría al menos una amiga en esa horrible época de su vida, misma que apenas estaba dejando atrás. Pero los hubiera no existen.






















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