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—No lo olvides mamá, Rosé pasará por los apuntes en un rato. Olvidé dárselos en la universidad —le recordó a su madre. —Están en la mesa del living.

—No te preocupes cariño, me aseguraré de dárselos cuando venga. —le aseguró. —Tu ve tranquila, sabes que a tu papá no le gusta cuando lo haces esperar.

—Sí, mejor me voy. —tomó su bolso. —¿Segura de que estarás bien aquí sola por el fin de semana?

—Claro que sí, te voy a extrañar pero estaré bien.

—Está bien, te mantendré informada sobre todos los chismes de la abuela —se rió. —Cuídate, y si harán alguna noche de chicas, no tomes mucho tequila.

—A veces te olvidas de que yo soy la madre, no tú.

—¡Heredé eso de ti! —bufó. —Me voy. Te amo, ma.

Jennie la abrazó y dejó un beso en su frente.

—Yo también Ningie, diviértanse.

La mayor la acompañó hacia la puerta y saludó brevemente a su ex esposo, esperó a que Ning Ning subiera al auto y entró de nuevo.

...Entonces Rosé iría en un rato. No podía perder la oportunidad, algo tenía que hacer.

Subió a su habitación y pensó que usar, de alguna manera le parecía un poco inusual y patético su comportamiento porque evidentemente quería impresionar a una joven de veinte años; a una joven de la edad de su hija, pero que más daba.

Se sentó en la cama e intentó organizar sus pensamientos; se sentía extraña, sentía una presión en el pecho y no estaba segura si eran nervios o simple preocupación.

Desde adolescente siempre había sido decidida, obtenía lo que quería trabajando duro por ello. El embarazo de Ningie a sus cortos dieciocho años no cambió su determinación, de hecho, la agudizó mucho más. Ella misma decidió todo, con la ayuda de su madre, claro, pero en sus planes nunca estuvo abandonar algo que quería para cumplir con sus deberes como madre. Continuó con sus estudios a pesar de lo que le decían, terminó la universidad con honores y ella misma se dio una palmadita en la espalda. Le importaba poco lo que la gente decía y hablaba de ella, y a pesar de que el papá de Ning Ning al final no resultó ser su match perfecto, nunca se fue de su lado.

Fueron muy felices hasta que Ningie cumplió quince, fue algo más sobre la rutina, Jennie dejó de sentir esa electricidad mucho antes, y estaba segura de que el también, pero era más cómodo seguir juntos. Una noche luego de la cena, Jennie pensó que era el momento indicado para hablarlo, así que eso hizo. Demasiadas lagrimas y suspiros cargados de "¿de verdad este es el final?" Pero era lo mejor para ambos.

Afortunadamente Ning Ning fue muy madura al respecto una vez sus padres le dijeron lo que estaba pasando, así que eso les quitó un gran peso de encima.

Entonces, ¿por qué si ya había vivido tantas cosas en su vida, estaba nerviosa por querer impresionar a una jovencita?

Le despertaba esas mariposas de nuevo, esa electricidad. Y le gustaba.

Una charla frente al espejo, maquillaje, unos simples jeans y top, y estaba lista para descifrar cuál sería el siguiente paso.

...

—Alice, ¿cómo me veo? —preguntó Rosé entrando a la habitación de su hermana.

—Como siempre, Rosé —respondió. —Siempre te vistes igual.

—¡Pero esta camisa es nueva! —se quejó. —Sabes que me gustan los colores neutros...

my friends mom [chaennie]Where stories live. Discover now