Sibella

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Era una fría noche de invierno por allá del 1920. Talon regresaba a su casa después de un largo día de trabajo. Al entrar, Kayla, su sirvienta afroamericana, lo recibió para ayudarlo a quitarse el abrigo como ya le era costumbre.

-Buenas noches, señor- dijo Kayla con una sonrisa mirándolo directamente a los ojos.

Talon se quedó contemplando su rostro. Sus facciones eran tan perfectas que parecían pertenecer a una moneda. Y esa sonrisa tan cautivadora con un secreto escondido. Sus ojos brillantes delataban una luz traviesa que intentaba ocultar sin éxito.

-Buenas noches, Kayla- respondió Talon con voz ronca.

El tono de la voz de la muchacha prometía pecado. Y esos labios eran la promesa de éxtasis. Talon sabía que los brazos de su sirvienta eran un lugar peligroso. Había demasiado peligro en su beso.

Kayla era una mujer que cualquier hombre podría adorar por el resto de sus días. Pero también una mujer que podría volver loco a cualquier hombre intentando descifrar su mirada.

Ella era vanidosa, despiadada lo podía notar a simple vista. Y sin embargo, Talon podía detectar en ella un leve rastro de tristeza. Tristeza que le hacía desearla aún más. Pero por tal acto quizás llegaría a arrepentirse.

Kayla era engañosa y deliciosa. Talon se veía en el destino de un hombre que había tenido la desgracia de pasar su vida atrapado bajo su influjo. Veía a su Kayla y le gustaba de esa manera. La quería de esa manera, pero simplemente en las circunstancias en las que dios los llego

-Deme su abrigo, señor- dijo Kayla extendiendo su mano.

Talon se lo entregó sin dejar de mirar esos ojos que prometían peligro y éxtasis al mismo tiempo. Sabía que estaba perdido ante el influjo de esa mujer, esa mujer de la que no pudo evitar enamorarse.

Talon estaba en problemas, lo sabía. Había caído rendido ante los encantos de su sirvienta y no había marcha atrás.
Le entregó su abrigo sin dejar de observarla. Kayla lo tomó y lo colgó en el perchero de la entrada como todas las noches. Pero esta vez sus dedos rozaron levemente la mano de Talon, provocándole un estremecimiento.

-La cena está servida, señor -anunció Kayla con una sonrisa y se dirigió al comedor.
Talon la siguió y se sentó en su lugar de siempre. Kayla comenzó a servir la comida. Al inclinarse para llenar su copa de vino, Talon pudo apreciar su perfil y el inicio de su escote. Desvió la mirada, nervioso.

-¿Le gustaría que le sirviera el postre en su habitación hoy, señor? - preguntó Kayla en un tono que derritió a Talon.

-S-si...por favor -tartamudeó él.


Kayla asintió y salió del comedor con paso delicado.
Talon terminó su cena lo más rápido que pudo, expectante por lo que le depararía esa noche. Una noche que estaba seguro, cambiaría el rumbo de su vida para siempre.
Subió las escaleras rumbo a su habitación. Al entrar, Kayla lo esperaba sentada al borde de su cama, más hermosa que nunca. Talon tragó saliva. Estaba perdido.

Talon cerró la puerta tras de sí. Kayla se puso de pie lentamente, como un felino acechando a su presa. Se acercó a él con paso seguro, movimiento que contrastaba con la timidez que solía mostrar ante su patrón.

-Kayla...esto no está bien -dijo Talon.
Ella colocó un dedo sobre sus labios para hacerlo callar.


-Shhh...solo por esta noche, señor. Mañana volveré a ser su sirvienta. Pero por ahora, soy solo Kayla, la mujer que desea con desesperación.


Talon gimió al escucharla y la tomó entre sus brazos para fundirse en un beso apasionado y prohibido. Las manos de Kayla recorrieron su pecho y comenzaron a desabrochar su camisa. Él la imitó, deshaciéndose de su vestido de sirvienta, que cayó al suelo.


Se tumbaron en la cama, acariciándose y besándose con fervor. Talon había deseado ese momento desde el primer día que Kayla llegó a su casa. Ahora por fin tenía entre sus brazos a la tentación en persona, dispuesta a él. Se amaron como dos enamorados clandestinos, olvidando sus posiciones sociales y entregándose al pecado de la pasión.
Talon sabía que esa noche quedaría grabada en su memoria para siempre. Por unas horas, Kayla fue solamente suya. A la mañana siguiente volverían a la realidad, fingiendo que nada había pasado entre ellos. Pero en la oscuridad de su habitación, le demostró cuanto la amaba y la deseaba. Y Kayla le correspondió de igual manera, para alivio y deleite de Talon.

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⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

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𝒜𝓂𝑜𝓇 𝓂𝒾𝑜 -𝒦𝒶𝓎𝓁𝑜𝓃- ℐ 𝓂𝒶𝓇𝓂𝑜𝓁𝑒𝒶𝒹𝑜 (one shot de IG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora