19. Rainy.

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 —Enserio, niño, ¿tienes algún problema real del que quieras que hablemos o solo estas aquí para utilizar mi espejo?

Detuve mis movimientos sobre mi cabello, rindiendome en el intento de que se viese presentable, y cerré el cajón que contenía el espejo antes de girarme hacia el consejero escolar. Había entrado a la oficina de Niall cerca de quince minutos antes, solo para encontrar al tipo dormitando sobre su escritorio, con sus auriculares firmes en sus oídos. Dado que solo había entrado allí porque estaba completamente aburrido en clase y fue la única excusa que se me ocurrió para salir, ni siquiera me molesté en despertarlo cuando comencé a buscar algún objeto reflectante en la habitación. Me sorprendí bastante de encontrar un espejo en un cajón, pero fue útil.

Por supuesto, Niall tenía que despertar y arruinar mi concentración en arreglar mi apariencia. Sus auriculares ahora estaban enredados en sus dedos mientras me observaba con una mezcla de diversión y fastidio que nadie había mostrado antes por mi presencia.

—Ya he compartido todos mis problemas con tus figuras de porcelana, aun cuando tus ronquidos nos interrumpieron, supieron escuchar y aconsejarme de manera perfecta. —sonreí para quitarle seriedad a mis palabras.

No vi su mano acercarse, así que no pude escapar a tiempo del grosero pellizco en mi mejilla—. ¡Lo sabía! ¡Eres una bonita pequeña mierda como tu padre!

—¡Auch! ¡Auch! —palmeé su mano, intentando que me soltara para finalmente rendirme y hablar con mi mejilla estirada a quince centímetros de mi rostro—. Esto podría considerarse como violencia, ¿lo sabías? ¡Te acusaré!

Apretó sus dedos con un poco de saña antes de liberarme—. Y hasta me amenazas como él.

Volví a abrir el cajón y recuperé el espejo, mi mejilla se veía roja gracias a él—. Espero que esto no me deje marca. —pasé mis dedos por el enrojecimiento—. Eres un bruto idiota, si me queda una marca, vendré hasta aquí a golpearte.

—Quiero ver que lo intentes. —me desafió antes de reír—. Y no te quedará ninguna marca, mi hermano me pellizcaba así todo el tiempo y solo me dejó las mejillas rojas y ardiendo.

—Eso espero.

—¿Que esta mal contigo, mocoso? —interrogó—. ¿Desde cuando los enanos de cinco años se preocupan por su aspecto?

—Tengo siete —gruñí. Volví a mirarme al espejo, suspirando al ver lo notoría que era mi mejilla roja—. Y mi rostro es mi tarjeta de presentación, por supuesto, mi sonrisa ayuda mucho y he escuchado varias veces que mis ojos tienen ese encanto que enamora.

—Y luego abres la boca y todo se va a la mierda, ¿no?

Rodé los ojos, arrojando el espejo sobre su escritorio antes de rodear el mismo—. No tengo tiempo para escuchar tus estupideces, tengo que encontrarme con alguien.

—Espera ahí, enano —ordenó, logrando que lo viese sobre mi hombro. Sus cejas estaban arqueadas sobre sus ojos azules—. ¿Acaso tienes una cita?

—¿Te sorprende que este niño de siete años tenga más vida social que tu?

Me miró por un largo momento antes de que una sonrisa maliciosa se extendiera por sus labios—. Nunca pensé que fuese a decir esto en mi vida, pero realmente me agradas, niño.

Solté un bufido ante su extrañeza, saliendo de la oficina y cerrando detrás de mi. Miré el reloj en mi muñeca, Zayn me había obsequiado uno con Patricio Estrella sonriendo al fondo, y comencé a caminar por el pasillo. El timbre que marcaba el inicio del receso hizo eco en los pasillos en el momento exacto en que abrí la puerta y el maestro me vio. Sonriendo con dulzura, como sabía iba a hacer, me hizo una seña para saliera con el resto de mis compañeros. Los adultos eran realmente predecibles.

Rainy |Ziam| PausadaWhere stories live. Discover now