Señor Walker [+18] ©

Capítulo cuarenta y dos

—He pensado en muchísimas maneras de como pedirte esto, la verdad pensé en muchas formas extravagantes de hacer mi petición, pedí ayuda a tus padres y amigos, dieron buenos consejos debo admitir —me revuelvo sobre mis pies inquieta mientras una lágrima lucha por escapar de mis ojos.

¿Acaso será lo que me estoy imaginando?

Lo siento arrodillarse lentamente.

—Abre los ojos—pide nervioso, parpadeo y le hago caso centrando mi vista llorosa en él, se encuentra con una de sus rodillas flexionadas sobre el suelo mientras me observa remarcando sus hoyuelos con una amplia sonrisa—Estoy completamente seguro de que está vez no me equivocaré en cuanto a la decisión que voy a tomar así que...

Lanza un suspiro, llevo mi mano temblorosa a mi boca cuando lo veo sacar de su bolsillo una pequeña caja roja de terciopelo y abrirla ante mis ojos.

Jadeos colectivos se escuchan alrededor de todo el salón.

—¿Te casarías conmigo?—eleva la ceja impaciente, cuando me quedo en silencio, paralizada observando el brillante anillo de diamante que me observa desde su lugar.

Oh dios mío.

Siento todo mi cuerpo temblar por el llanto que me consume, no me esperaba esto.

Por dios.

Me está pidiendo que sea su esposa, su compañera de vida.

Observo el anillo y luego la cara de Xion para regresar la vista al anillo.

—¿Y bien cariño?

—¿Eh?—parpadeo confundida

Xion bufa divertido.

—¿Te casarías con este tonto hombre que te ama con toda su alma?

Asiento mientras vuelvo a la realidad, una y otra vez sacudo mi cabeza de arriba hacia abajo en señal de afirmación.

—¡Ya creo yo que sí!

Claro que sí.

Xion coloca con una radiante sonrisa el anillo en mi dedo y se levanta manteniendo presente en su rostro una sonrisa perenne. Me lanzo a sus brazos y algunas de mis lágrimas empapan su pecho lágrimas de felicidad, esto es lo mejor que me puede haber pasado en la vida, es algo maravilloso.

Los aplausos y felicitaciones no se hacen esperar por el gran salón donde las personas estaban expectantes a mi respuesta, no sé si ya ellos estaban al tanto de esta propuesta pero la que ni siquiera se la imaginaba era yo. Por un momento quedé en completo shock.

Mi padre, madre y amigos vienen a felicitarme con unas enormes sonrisas en sus rostros y me quedo observandolos a todos confundida.

¿De dónde han salido ellos?

—Les hice venir—contesta Xion una vez más adivinando mis pensamientos—Estaba todo planeado.

—¡Felicidades hija!