Capítulo 1: Una inesperada proposición

148 15 17
                                    


Un estruendoso ruido me despierta sobresaltándome de mi apacible y acogedor sueño.

―¿Qué... qué ha sido eso? ―pregunto con la voz temblorosa.

No ha podido ser mi imaginación ni un sueño. Estoy convencida al trescientos por doscientos de que ha sido totalmente real. Lo juro y rejuro por mi nueva barra de labios de Lauwens.

Miro mi despertador y me encuentro con la terrible noticia de que son nada más y nada menos que las cinco de la mañana. ¿Qué criatura de la noche osa despertarme a estas horas de la madrugada? ¡Cuánta desfachatez y mala educación! ¡Que vuelva por la mañana! O mejor aún... Nunca. ¿Es que no duermen? Con razón luego gran parte de ellas son tan horriblemente feas. ¿No saben lo importante que es dormir un número de horas determinadas para el cuerpo? La incultura de la belleza parece estar de moda.

―Bianca ―una voz pronuncia mi nombre―. Bianca... ―repite de nuevo.

¿De qué me suena? No, no, espera, ¿cómo sabe mi nombre? ¿Viene a robarme? No lo creo, porque entonces no me llamaría, hay que ser muy tonto para robar de madrugada y despertarte para avisarte. Aunque en mis dieciocho años de vida he conocido a especímenes bastante ridículas. Así que todo es posible y debería de estar ya curadísima de espanto.

―Bianca... ―vuelve a nombrarme y decido encender mi recién estrenada lamparita de noche traída de Francia.

Por unos segundos me adapto al cambio de pasar de la oscuridad de la noche a la cálida luz de mi lamparita. Agradezco el color rosado de su cabezal, porque estoy convencida de que cualquier otro color hubiera sido un crimen contra mi preciada vista a esta hora tan tardía.

―Bianca... ¿Me escuchas?

No, cómo no te voy a escuchar después de las mil quinientas veces y la interrupción de mi sueño. Está claro que si me callo va a seguir llamándome y no voy a poder dormir tranquilamente de nuevo. Y no estoy dispuesta a pasar lo que queda de noche despierta.

―¿Qué? ―pregunto antes de volver a ser nombrada por la voz sin rostro.

¡Solo espero que no sea algo que venga a atacarme!

―¿Sabes quién soy?

―No, pero está claro que tú sí sabes quién soy yo, al menos sabes mi nombre. Sí vienes a atacarme, te pediría el favor de venir a una hora un poquito más prudente. Una debe descansar adecuadamente, ¿lo sabías? Claro que no, por eso tienes esa voz tan rara. No me extraña que muchas criaturas o lo que sean, sean tan horrendas. ¡No duermen adecuadamente!

―Soy Oríkimus ―me informa.

¡Con razón me sonaba esa especie de voz distorsionada!

―¿Y qué quieres de mí? ¿Se está acabando el mundo o algo parecida? Porque no sé si lo sabrás pero yo soy una chica normal y corriente. Bueno, no tan normal y corriente, evidentemente no soy del montón, pero tú ya me entiendes a qué me refiero.

―Bianca, escúchame, por favor.

―Pues la verdad es que a estas horas prefiero seguir durmiendo, pero como sé que si lo intento vas a volver a interrumpir mi plácido sueño... Mejor habla, qué remedio. Lo que me extraña es que acudas a mí teniendo a...

―Ha desaparecido ―me interrumpe.

―Pues yo no sé dónde está. ¿Pero no tenéis ese tipo de artilugios raros para cuando ocurre algo así? Sí que estáis desactualizados.

―Nada de lo que existe nos ayudará a encontrarla.

―¿Se la han llevado a otro planeta desconocido y no le pilláis la señal? Porque yo de eso no entiendo nada de nada.

―No. Da igual donde está porque nunca la podremos encontrar. Se ha escapado de su destino.

―¿Qué? ―pregunto arqueando una ceja intentando comprender sus palabras―. Me parece que entiendo mejor lo del planeta desconocido, y no sé si eso debería de ser alarmante.

―Lo que sucede es que no podremos encontrarla salvo que ella quiera.

―Oh, chica lista. Pero no creo que me llame precisamente a mí para decirme donde se encuentra. Ya sabes, no somos precisamente amigas. ¿Has probado con...?

―No es por eso por lo que he materializado aquí mi voz.

―¿Entonces? Ve al grano rápido, porque mañana iré al instituto con unas enormes ojeras de esas que ni el maquillaje puede disimular.

―Bianca, déjame hablar.

―Si es lo que llevo haciendo todo el rato ―digo disimulando un bostezo.

No es que sea una visita que me apetezca tener ni en estas condiciones pero la educación por mi parte no va a fallar.

―Pues no me interrumpas.

¿Interrumpiéndole yo? ¡Ja! Es a mí a quien me ha interrumpido. En fin, no voy a discutir porque si no llegará la hora de levantarme y no me habrá contado eso que me tiene que decir y que no puede esperar a una hora más normalita.

―Como ya te he dicho, ha escapado. Ha sido en vuestra madrugada, unas horas antes de acudir a ti.

Asiento pero no digo nada.

―Ahora mismo el mundo no está a salvo tras su marcha. Si la noticia trasciende aprovecharían para acabar con él en un abrir y cerrar de ojos.

―Ahora sí que se me ha quitado el sueño ―digo sintiéndome totalmente despejada y un poquito atemorizada.

Espero que tenga la costumbre de exagerarlo todo.

―Pero no vamos a permitir que eso suceda.

―Bien, me parece bien, pero no entiendo por qué me despiertas tan temprano para informarme.

―No he venido simplemente a informarte, Bianca.

Vuelvo a no entender nada.

―No me andaré con rodeos. He venido a darte la noticia de que tú eres la nueva elegida.

¿Qué, qué? Solo espero que se refiera al casting del anuncio del perfume de Blish que hice la semana pasada y del que creí que cuando me dijeron que ya me llamarían era una forma cortés decirme que nunca lo harían. Aunque dudo mucho que venga a eso, pero la otra opción tiene mucha menos lógica.

―¿Cómo? ―pregunto deseando que sea cualquier opción menos la segunda.

―Que eres la nueva elegida para salvar al mundo. A partir de ahora serás la protagonista.

___________________________________________________________

¡Hola! En primer lugar quiero daros la bienvenida a esta peculiar historia. Espero que os guste. ¡Humor, fantasía y mucho más os esperan en ella!

¿Qué os ha parecido el primer capítulo? 

¡Nos leemos en el próximo capítulo!


Se busca protagonistaOnde histórias criam vida. Descubra agora