Empezar de nuevo...

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Las canciones de Bring Me The Horizon sonaban en mi mente al igual que el sonido del viento que chocaba contra mi rostro, un escalofrío invadió mi cuerpo y subí la ventana del auto, me removí en mi asiento y recorrí con mis dedos el cable de los audífonos, observé el paisaje, siempre había soñado con vivir en un lugar donde la nieve pinte de blanco todo el entorno, y faltaba poco para que comenzara a nevar.

Eran casi dos días de viaje, por lo que en lapsos de 4 horas nos deteníamos para comer algo o descansar en hoteles.
Mis pensamientos se mezclaban con otros, una cosa llevaba a la otra, tenía demasiadas cosas en la cabeza, desde ahora todo sería diferente, otra escuela, nuevas personas, nueva casa...
Sólo espero poder adaptarme al cambio rápidamente, quiero rehacer mi vida cuanto antes, mi madre y yo tenemos derecho a eso
¿o no?

—¿En qué piensas?— preguntó mi mamá, quién mantenía la vista atenta a la carretera.

—En Alex, era como si él y yo fuéramos hermanos...— respondí.

—Seguro que su relación se mantendrá tan fuerte como siempre, ustedes son unos primos ejemplares.— aseguró mientras sonreía.

—Eso espero...— susurré.

Alex es hijo de mi tía Melissa, fue mi compañero de infancia hasta que se mudó a New York con su madre, él es un año mayor que yo, cuando nos separamos traté de seguir en contacto con él por Facebook y Skype, pero comenzó a dedicarle prioridad a las novias que tuvo en ese entonces, así que no era el mismo afecto que siempre, al menos eso fue lo que sentí, por lo que un día dejé de hablarle.
Me dolió mucho, supongo que era la única persona que siempre estuvo a mi lado y sentir que lo perdía fue algo fuerte, me afectó un tiempo.
He vivido experiencias geniales junto a él, es de esas personas que se quedan grabadas en tu alma y por más que tratas no puedes hacer que salgan de allí ¿me explico? Eso creo...

No sé cómo voy a reaccionar cuando lo vea, siento que se equivocó y debería tratarlo con frialdad, pero a la vez pienso en que no seré capaz de hacerle eso, lo mejor es que deje de pensar tanto las cosas, es más simple de lo que parece ya que él sólo es familia y voy a verlo luego de años, no es nada fuera de lo normal, pero tengo el problema de que siempre complico las cosas aunque no haya nada de dificultad en ellas, me cuestiono a mí misma y a todas las soluciones posibles a las situaciones que se presenten, puede que suene estúpido, pero realmente no quieres vivir con eso, no es algo que tengas bajo control.

Pasé la mayor parte del viaje durmiendo, porque se volvía aburrido mirar el exterior, estaba impaciente por salir del auto, hasta que finalmente faltaban 20 minutos para llegar a la nueva casa.

Las casas estaban cerca del bosque por lo que inmediatamente supe que iría a explorarlo más tarde.

—Aquí es.— dijo mi madre sonriente.
Observé la casa, era blanca de dos pisos, se veía espaciosa y moderna, bajé rápidamente del coche, estiré mi cuerpo y jalé mis dedos, una mueca de satisfacción apareció en mi rostro al escuchar las articulaciones crujir.

—Baja tus maletas y ve a tu cuarto, tengo que hablar con tu tía para avisarle que ya llegamos y que iremos a verla en 30 minutos.— habló mi mamá y asentí mientras la veía desaparecer en el interior de la casa.

Caminé hacia la cajuela y tomé mis maletas, entré a la casa y me quedé parada en medio del pasillo para inspeccionar el lugar, todo era muy lindo.
Subí las escaleras y abrí algunas puertas hasta encontrar mi habitación, los colores estaban bien, paredes blancas, piso de madera y cama grande con sábanas color vino.

Entré al baño del cuarto y me duché lo más rápido que pude, salí con una toalla blanca enredada a mi cuerpo, sequé mi cabello castaño claro y lo cepillé suavemente para luego atarlo en una coleta, me vestí con una playera amarilla pastel y pantalón blanco, me coloqué mis viejos vans negros y una sudadera gris.

—¡Anaís, vámonos!— escuché el llamado de mi madre y me apresuré a bajar.

—Lista.— dije mientras metía mis manos en los bolsillos y ella sonrió.

Subimos al auto, la casa de mi tía no estaba tan lejos por lo que llegamos en menos de 13 minutos, bajamos del coche y nos acercamos a la puerta, toqué el timbre, una mujer pálida y castaña de gran parecido a mi madre apareció por la puerta y nos observó con los ojos llorosos, la abracé.

—Tía...— murmuré.

—Pequeña... te extrañé.— acarició mi mejilla y la tomé del hombro suavemente, le devolví la sonrisa que anteriormente me había dedicado.

—Alex está dentro, pasa.— comentó y asentí, mi mamá y ella merecían tiempo juntas, por lo que me adentré en la casa para no interrumpirlas.

Violet EyesWhere stories live. Discover now