5 | Hatsukoi

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  —No puedo creer que realmente nunca hayas hecho esto antes.

Todavía Jotaro se maldecía a sí mismo por no haber traigo al menos una camisa de repuesto puesto que nada mas llegar la mujer con quien está sentada en la hierba bajo un roble le Huntó la camisa cuello tortuga recién planchada negra con helado de fresa al abrazarlo. 

Un sonido chispeante agitó el aire: los niños habían lanzado unos de los primeros cohetes que estalló a una buenos metros en el cielo, iluminando una parte de la oscuridad con un punto brillante y rayos azules y rojos.

   —Nunca tuve interés de hacerlo.

Su colega Blondy se burló de la respuesta indiferente, sacudiendo la cabeza con una piruleta en la boca. Ella creía que era más por la soledad que sufría, dado que Jotaro había aceptado a regañadientes sentarse en la hierba, en parte debido a sus malditas pestañas revoloteantes; y al acercarse al roble, donde cerca había otra pareja acostada, visualizaron a su enorme amigo con un oscuro rostro, huyeron. 

Ella supuso que él había heredado ese rasgo de su padre.

   — ¿Cómo puedes decirme honestamente que nunca has querido tumbarte en un campo en algún lugar y mirar los fuegos artificiales de la lejanía? —preguntó ella, y él hizo una mueca mientras se encogía de hombros.

   —Son solo reacciones químicas, ¿verdad? ¿A quién le importa realmente?

   —No son solo grandes bolas de gas —replicó ella, golpeando su brazo con el ceño fruncido—. Hijo...especiales.

  — ¿Cómo serían especiales ? —Jotaro se burló, retrocediendo cuando ella levantó una mano para golpearlo de nuevo.

   —Simplemente lo son —Ella suspir, encogiéndose con la cabeza. Dudaba que él entendiera su apego a éstas—. Cuando era pequeña, solía ir al techo de mi casa y me quedaba despierta durante horas después de que mamá y padre se acostaban, mirando al cielo oscuro, buscando luces y pedir deseos, pero nunca encontré hasta que aparecieron esas chispas coloridas, iluminando por varios segundo la oscuridad y emocionando mi interior, donde los fuegos artificiales me hacian olvidar la penumbra y hacian mi dia a dia mas... agradable.

Jotaro entendió.

 —Puedo entender agradable —dijo Jotaro después de respirar, soltándolo en un suspiro—. Cualquier comida hecha por mi madre.

Elevado una ceja, la mujer apartó la mirada de los fuegos para mirarlo—. ¿En serio?

  -Si. La comida de mi madre era.... —asintiendo, Jotaro apartó la mirada de ella para no sentirse tan incómodo por revelar algo que prefería mantener enterrado profundamente. Eligiendo en su lugar mirar las estrellas, finalmente continuó—: Ella suele hacer el mejor Omurice, me enseñó a preparlo a los 13 años... Supongo que es por eso que es uno de mis favoritos. También me recuerda a lo agradable.

Parpadeando un poco ante su revelación, Blondy se quedó sin palabras por primera vez en su presencia. Suponía que a Jotaro le gustaba el Omurice porque sabía bien, a pesar de que siempre decía "he comido uno mejor", nunca demostró la posibilidad de que él pudiera tener algún tipo de vínculo emocional con él; y menos que el mismo lo dijiera, suele ser ella quien adivina a leerlo; Se sintió como una conexión que hizo que su corazón se agitara.

  —Vaya...

Suspirando, retorciendose, moviéndose un poco torpemente y tratando desesperadamente de encontrar una manera de cambiar de tema. Si había algo que Jotaro abrumaba, era abrirse a la gente. Ni siquiera su propia madre sabía una buena cantidad de cosas que pasaban dentro de la cabeza de su único hijo.

Entusiasmo • Jotaro Kujo x LectoraWhere stories live. Discover now