2 | La sombra

186 18 12
                                    



La música Jazz no pertenece a la lista de gustos de Jotaro, porque le hacía recordar lo pésimo que fue su padre.

No lo quería, nada vas le respetaba por haberle dado la oportunidad de existir.

En cambio, Jotaro amaba a su madre, a su manera pero lo hace.

No le importaría darle su vida para darle unos años más a su amable madre, ella continuaba igual de sonriente a todo, deseando suerte a su hijo en el trabajo ofreciendo un beso en la mejilla.

Jotaro siguió sin entender que sucedió con él, ¿Por qué era tan Jotaro Kujo? Tal vez de niño tuvo problemas con otros infantiles pero eso era razón de ser tan reservado y duro.

Fue ahí que grabó las palabras de la mujer denominada Blondy que le ha estado repitiendo estos últimos días que se vieron, llevaban casi dos semanas viéndose -en su preferencia, él quiere que dejar de mencionar su baja autoestima- y chasqueó los dientes mientras ignoraba todo pensamiento para asi seguir con su trabajo. Cruzo el pasillo principal, cargando algunos papeles de su jefe Kakyoin mientras otros empleados le observaban con desdén o celos, donde uno que otro comentaba sobre cómo llegó ahí. 

Estaba cansado, no harto, agotado de cada insulto. 

No hizo nada porque él sabía que era cierto, él era un perro sucio, depende de su amo y no por si mismo. 

Sabía que si no fuera por su increíble físico, su voz y su miembro, el jefe Noriaki no se hubiera fijado en él y aun seguiría sin trabajo. 

Llegó a la gran oficia, se sentó en el sofá y empezó a trabajar, en unas horas, su jefe Kakyoin volvió. 

    —¿Qué haces sentado en el sofá? — Preguntó Kakyoin, inmediatamente Jotaro fue a recibirlo, retirando y doblando sus costosa chaqueta elegante. Lo guió hasta su escritorio y él se sentó aun con la misma mirada de intriga—. concurso 

    — Trabajaba, señor —respondió imparcial Jotaro sin mirar sus ojos cuando entregó la gran parte terminada. 

    —Sabes que tienes tu propio escritorio, Jotaro —señaló el bonito escritorio que estaba dentro de una pequeña sala. 

    —Lo sé, señor. 

   —¿Por qué no trabajas allí? —frunció ligeramente el ceño de su jefe, pero Jotaro no respondió. Suspiró y agarrándolo del mentón, le hizo mirarlo—. JoJo , no debes sentirte avergonzado por lo que te doy, mereces cada cosa que te entrego, ¿Sabes por qué? 

Jotaro tomó unos segundos sintiendo el pulgar de Kakyoin acariciar sus labios inferiores con tentación, y cómo una señal, él se inclinó al pelirojo—. Porque soy su perro, señor. 

  —Buen chico —Sonrió y se besaron intensamente. 

La luna salió en el momento que todo pasó, Jotaro se colocó su ropa mirando en varios momentos el reloj de la pared, tenía unas horas antes de encontrarse con la mujer. Kakyoin apareció divertido y le sujeto del brazo. 

  —¿Apresurado? 

Jotaro suspiró y le doy un pequeño beso en la frente antes de ponerse la correa—. Alguien podria entrar. 

  —¿Y cuál sería el problema? —Kakyoin se puso de pie, peinando su revuelto cabello rojizo, sin sentir pena de caminar desnudo por su oficina, abrazó a Jotaro y acarició su entrepierna—. Lo hemos muchas veces en mi oficina, y es la primera vez que eso te preocupa.

  —Es cierto, señor. Una disculpa.

  —Entonces, ¿Qué te preocupa? —Kakyoin siguió acariciando, ahora besando su nuca

Entusiasmo • Jotaro Kujo x LectoraWhere stories live. Discover now