El ruido de una sirena en la calle la despertó de un agradable sueño. Becky, acostumbrada a levantarse temprano los sábados y salir a montar en bicicleta por la ciudad, que la despertaran no la puso de mal humor. Le gustaba la sensación de pedalear por la ciudad casi vacía, que era un placer que debía aprovechar dado que rara vez se daba.
Necesitaba un milk tea. No es que fuera adicta, pero era incapaz de salir a la calle sin tomarse uno por la mañana. "Suele pasar que los adictos son los últimos en reconocer las adicciones" - pensaba mientras comprobaba que no quedaba en casa. Torció el gesto un instante, "mañana lo dejo, pero hoy lo tomaré de camino al parque", se dijo mientras se calzaba las deportivas junto a la puerta. Pasó por delante de un Starbucks: "No estoy tan desesperada, puedo esperar por uno de verdad" y siguió a un pequeño café al que solía ir de vez en cuando al regresar del trabajo. Apoyó su bicicleta junto a los grandes maceteros de flores que bordeaban la terraza y se sentó en una de las mesas. Una de las camareras, una preciosa pelirroja extranjera de ojos verdes se acercó feliz de verla.
− ¡Buenos días!. ¿Tan temprano y ya con la bici? - sonrió amablemente mientras le acercaba el periódico.
Becky la miró de arriba a abajo desde su posición. Que era hermosa era innegable, y juraría que sus atenciones no eran las mismas con ella que con los demás clientes, pero era demasiado joven y además estaba el hecho de que no estaba por la labor de tener nada con nadie. "Todavía debo tener algunos encantos" pensó mientras la veía acercarse.
− ¡Buenos días!. Me desperté un poquito más temprano que de costumbre y decidí aprovechar el día tan increíble que tenemos hoy. Ya sabes que soy un poco caracol, que es ver el sol y salir de casa. - le hizo un gesto agradeciendo la prensa – por favor, un milktea matcha, cuando puedas.
− Enseguida... no podemos permitir que dejes de disfrutar la mañana – le guiñó un ojo y se giró coqueta.
"Es muy joven..." se repitió abriendo el periódico.
Becky era una mujer resuelta y abierta, su sexualidad nunca había sido un problema para ella y la había vivido con completa normalidad a pesar de estar en un país donde todavía tenían mucho que avanzar. Es cierto que había tenido algunos problemas por ello, pero nada demasiado grave. Desde que supo que le gustaban las mujeres, decidió que jamás mentiría sobre sus sentimientos; para vivir otras vidas ya estaba el cine y el teatro. Había salido del armario hacía algunos años y, aunque su representante siempre estuvo en contra, ella decidió hacer su vida con Jenny aunque le costara su carrera. En un principio, su trabajo se resintió un poco por este hecho, pero era muy buena actriz y pronto descubriría que ser lesbiana era casi más un valor añadido que un problema.
No le gustó que explotaran su vida sentimental – Jenny estaba de acuerdo en ello – sólo quería ser fiel a sus sentimientos pero manteniendo su intimidad a salvo. Todo el circo que se formó a su alrededor terminó por ayudar en su decisión de abandonar la interpretación y optó por lo que realmente le gustaba; la enseñanza.
La camarera trajo su pedido.
- Vaya, pensaba que con la de veces que he venido por aquí me tocaba el vaso dorado, no sé... uno que ponga cliente vip o algo – Becky no pudo evitar coquetear con ella.
- Pensé en pintarte un corazón, pero no quería que te ilusionaras – contestó decidida la camarera.
"Vaya con la niña" pensó mientras soltaba una carcajada.
- Has hecho bien, nunca se sabe con qué clase de desaprensivas te puedes cruzar – respondió Becky algo intimidada por la fija mirada de la pelirroja.
- Ya sabes que cuando quieras un corazón sólo tienes que pedírmelo. Estaré encantada de hacértelo – se mordió el labio mientras le lanzaba una mirada ardiente y se fue a atender a la mesa de al lado.
"Madre mía, ya no me hace falta el té para pedalear a gusto", pensó repasando de memoria los gestos de la chica. Leyó el periódico. Había una reseña en el apartado de cultura: el lunes empezaban los ensayos de un nuevo musical, muy ambicioso, llamado Rebecca. "Vaya", pensó, "debe ser realmente ambicioso para que el inicio de ensayos sea noticia".
Terminó de tomarse el té y pidió la cuenta. Detrás del ticket había una nota: "Mel, titulada en corazones en vasos pequeños y grandes, servicio a domicilio, tlf. 555397223". Becky abrió los ojos al leer la nota, la buscó con la mirada y la vio tras la barra, le enseñó la nota y se la guardó en el bolsillo. Pagó la cuenta, le pidió un bolígrafo a un señor que hacía un crucigrama en la mesa de al lado y escribió detrás del ticket, "gracias, nunca se sabe cuándo puedo necesitarlo, lo tendré en cuenta". Devolvió el bolígrafo y se fue.
Cuatro manzanas al sur de su casa había un parque que a Becky le resultaba precioso: tenía un circuito para bicicletas de una media hora a buen ritmo, árboles centenarios, un lago con patos e incluso podías ver algunas ardillas si te detenías en alguno de sus bancos el tiempo suficiente. Siempre había mucha gente haciendo deporte y paseando a sus perros, padres con sus hijos en la zona infantil de juegos e incluso un gimnasio al aire libre que todavía algunos osados se atrevían a usar a pesar de las temperaturas. Era su "Central Park" particular. Dio un par de vueltas al circuito y se detuvo a beber agua.
Hoy debía ser su día de suerte; delante de ella, lo que creyó era un reflejo de sus propios sueños: una preciosa mujer de ojos oscuros y pelo negro hacía estiramientos con aspecto algo cansado. Aún así, sudada y agotada, a Becky le pareció que era la mujer más hermosa que había visto jamás. Era algo más alta que ella, de pelo largo recogido en una cómoda cola, por su postura erguida y su estructura recta y músculos formados, se podía adivinar que era o había sido bailarina y sus manos finas y dedos alargados la delataban probablemente como músico de carrera. Aquella maravilla de la naturaleza se giró y se tropezó con la mirada de una embelesada Becky y lanzó una sonrisa en un ataque frontal al corazón. "Los ángeles sonríen", pensó Becky devolviendo el gesto amable sin ser consciente de ello. Esa sonrisa... su sonrisa... su sonrisa habría podido derretir los polos sin el más mínimo esfuerzo.

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Otoño en Bangkok - FreenBecky
FanfictionUna actriz desencantada del amor y las relaciones y una escenógrafa extrovertida y llena de vida ¿podrían enamorarse a primera vista?. El otoño y un nuevo proyecto laboral para ambas las harán encontrarse...