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Los días pasaron y la ansiedad por la llegada del viernes era cada vez mayor. Era ridículo. Sólo era una tutoría con un alumno. Nada más. Absolutamente nada más.
El jueves por la tarde se preparó una taza de té y se encaminó hacia su habitación dispuesto a leerse un buen libro cuando vio a su hermana trabajando con su máquina de coser.
-¿Qué haces, enana?
-Una nueva blusa para mañana por la noche. –contestó sin volverse a mirarlo, enfrascada en su tarea.
-¿Dónde vas mañana por la noche? –no tenían reglas estrictas en casa pero siempre le había pedido que le dijera a dónde y con quién iba.
-Tengo una cita.
Matt se despegó del marco de la puerta donde estaba apoyado e ingresó en la habitación de su hermana, sentándose al borde de su cama, el único espacio que no estaba cubierto por diferentes telas.
-¿Con quién? –quiso saber. Ni su hermana ni él eran muy dados a tener vida social. Saber que vas a morir en algún momento solía influir en ello.
-La tía de Renesmee.
Matt se atragantó con el sorbo de té que estaba dando y Sam se giró, fulminándolo con la mirada.
-¡No me manches las telas!
-¡¿Cuántos años tiene esa mujer?! –preguntó indignado de que una adulta se hubiera acercado a su hermanita. Tendría que llamar a la policía, ponerle una orden de alejamiento.
-Tiene veinte años así que relájate. Nada de órdenes de alejamiento. –espetó Sam poniendo los ojos en blanco, realmente lo conocía bien. –Además es la hermana adoptiva de Emmett.
No supo qué cara había puesto su hermana al mencionar a Emmett porque había vuelto a centrarse en su tarea pero agradeció que no viera la suya, que había adquirido más color del habitual.
-¿Conoces a Emmett? –consiguió hablar con un tono neutral y le dio otro sorbo a su té, le quemó la lengua pero no le importó.
-Es el tío de Nessie y mi compañero de clase así que sí, hemos hablado una o dos veces.
El sonido de la máquina de coser fue lo único que llenó la habitación durante unos segundos. Matt intentó buscar algo que decir, algo que no fuera comprometido. Lo que fuera.
-No pensarás salir con él también, ¿no? –bromeó pero su voz tembló ligeramente por los nervios.
-Nop. –dejó unos segundos para soltar su frase lapidaria. –Creo que está más interesado en ti.
Le costó mucho esfuerzo no dejar caer la taza a la moqueta mientras intentaba poner cara de póker al ver que su hermana se volvía a girar para observar su reacción.
