vi. ANGIE

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TW: ANSIEDAD, DESAPARICIÓN VOLUNTARIA DE UN MENOR, MOMMY ISSUES, BREVE MENCIÓN AL BULLYING.

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LAS MAÑANAS ERAN EL MOMENTO FAVORITO DEL DÍA PARA ARMELLE. No las seis de la mañana, cuando los madrugadores despiertan y casi todas las cafeterías que le gustan están cerradas. Es más de LAS MAÑANAS, las diez u once de la mañana, cuando el día parece tener en sus manos una gran expectativa, y las personas tienen una vida por delante. Amaba tomarse su tiempo para arreglarse, dedicar un pequeño momento del día a su cuidado personal, y eso, lo hacía por las mañanas de los fines de semana.

Ese lunes no era fin de semana. Pero después de que su jefa, Karen, le hubiese informado que podía tomarse una semana de licencia por lo sucedido, ella había decidido levantarse ese día con la mejor actitud. Una sensación de alivio le dejó un agradable sabor en la boca al recordar que tenía cita con su psicóloga por la tarde, e hizo su mayor esfuerzo por ignorar la ansiedad que todavía carcomía sus intestinos, que se había reducido solo un poco desde el viernes a pesar de todos sus intentos y métodos de relajación fallidos.

Tardó un buen rato en elegir su conjunto de ropa. Eso le pasaba muchas veces. Era indecisa, incluso para las decisiones que parecían más fáciles de determinar, y además de eso, pasaba mucho tiempo calibrando la mejor opción de vestir para el día. Esa ocasión, se decidió por unos jeans gastados que se había comprado años atrás en un Outlet de San Diego, una camiseta blanca y ligera, y unos tenis del mismo color―Que estaban tan sucios que casi parecían grises―Antes de arreglarse el cabello―Tenía una melena indomable―Lavarse los dientes, maquillarse, y bajar las escaleras animadamente.

―Buenos días, alegría―Canturreó Jamila mientras le entregaba un plato, que sacó de uno de los estantes superiores de su alacena.

―Buenos días―Dijo ella, mientras pasaba por un lado de su amiga y se dirigía a el refrigerador―¿Qué tienes planeado para hoy?

―Tengo consultas de trabajo desde las once hasta las seis―Respondió su amiga, en un tono quejumbroso―Es decir, me encanta mi trabajo. Pero seamos sinceros, hablar durante horas para resolverle los problemas legales a la gente y tener que leer exhaustivamente documentos, la Constitución, contratos y cláusulas para encontrar el mínimo vacío legal entre la elección de palabras, encontrar la ley perfecta para refutar esa elección, redactar demandas, explicarle todo a los clientes, entre otras cosas, es cansado a más no poder―Tomó un sorbo de la taza de café que tenía frente a ella―Pero en fin, el dinero no cae del cielo, así que hay que trabajar para pagar el masaje relajante intensivo de larga duración que tú y yo vamos a necesitar después de esta semana. ¿Qué vas a hacer tú?

Armelle se encogió de hombros, sintiéndose estúpida en ese momento. Jamila tenía un día arreglado y justo, una agenda caótica pero arreglada para mantener su día ocupado, y ella no tenía absolutamente nada planeado desde que le habían dado el día libre en el trabajo. Normalmente, sus días eran cansados. Se levantaba temprano, llegaba temprano a la escuela, calificaba trabajos pendientes, daba clase, tomaba el descanso, daba clase, la salida, calificaba trabajos pendientes, iba a nadar, calificaba trabajos pendientes, se bañaba y dormía. Ese era su día ordinario. Ahora, de licencia, no tenía muchas cosas qué hacer para ocupar su mente ansiosa de aquellos pensamientos rumiantes de los que no parecía poder escapar.

sweet nothing ❪spencer reid❫Where stories live. Discover now