Capítulo 7: Un sueño

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El frío me atacaba la piel desnuda logrando que los vellos de los brazos y la nuca se me erizaran

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El frío me atacaba la piel desnuda logrando que los vellos de los brazos y la nuca se me erizaran. Estaba en un sueño, lo sabía, pero por alguna razón que no lograba entender, aquello se sentía muy real. Árboles se alzaban de manera antinatural sobre mi, mientras que el viento helado soplaba con fuerza pero sin mover ni una sola rama. El suelo estaba cubierto de hierba seca, y la luna en el cielo se notaba bañada en sangre. Olía a azufre y a un mal presagio. Todavía estaba desnuda, y mi cuerpo se sentía como si estuviera lleno de arena.

—Hola, Adira...— dijo una voz femenina a mis espaldas. Me di la vuelta encontrándome con una mujer de cabello rojizo, pero no podía ver con claridad su rostro. Pero para mi mayor confusión; su presencia se me hizo terriblemente familiar  — Hay verdades que necesitan seguir ocultas, muchacha. Vete de Maleficae, no confíes en la corte Astrophell.

— ¿Quién eres? — preguntó con las cejas fruncidas y una mueca de confusión. El rostro borroso de la mujer comenzó a alejarse de mí. Me acerqué intentando tomarla del brazo con mi mano pero no pude. Estaba totalmente inmovilizada en el suelo. Voltee un poco la cabeza para ver mis muñecas encadenadas tal y como cuando llegué al castillo. Repetí  — ¿Quién eres?

— Tu salvación a tu destino fatídico, bruja — respondió. Cada vez veía más lejos a aquella mujer, la cual, se acercaba a un círculo rodeado de luz. Se estaba marchando, dejándome sola y encadenada. Intenté mover mis manos pero las cadenas se apretaban con fuerza sobre mis muñecas — No confíes en nadie, sal de Maleficae, y no vuelvas jamás.

—¡Espera! No me dejes aquí...— exclamé. Una risa dulce salió de sus labios retumbando por todo el bosque que parecía haberse llenado de eco, comencé a sentir que la cabeza me daba vueltas. Los árboles parecían girar a mi alrededor. Cerré los ojos de golpe concentrándome lo más que pude para obligar a mi cuerpo a despertar. Esto no era real.

—Hay verdades, que necesitan seguir ocultas— repitió.

Abrí los ojos de golpe, mientras me sentaba rápidamente en la cama. Me llevé las manos a la cabeza donde un dolor punzante me lastimaba detrás de los ojos. Estaba sudada y jadeante.Tenía la garganta completamente seca como si hubiese gritado por horas sin parar; mis ojos estaban llorosos y se sienten arenosos. Me froto las muñecas recordando el dolor que me provocaron las cadenas mientras me apresaban las manos, y suspiró aliviada al no encontrar ningún tipo de herida sobre mi piel. Un sueño, solo había sido un sueño.

Hay verdades que necesitan seguir ocultas.

Esa frase retumbó en mi mente como un eco con la voz suave de la mujer sin rostro que vi en mi sueño. Cerré los ojos con fuerza al mismo tiempo que me cubría el rostro con las manos, comenzando a contar hasta diez por cada respiración profunda, para poder aliviar la sensación de ansiedad que se había instalado por todo mi pecho, ocasionando que los hombros se me tensaron acompañado de un terrible dolor en el cuello. No se porque estaba tratando de convencerme de que fue solo un sueño, si estaba en mi habitación, en la misma cama en la que me quedé dormida después de llorar por horas. Estaba a salvo, no estaba encadenada. Pero, aun así no dejaba de sentirme inquieta y extrañamente preocupada.

Entre Uniones de SangreWhere stories live. Discover now