Capítulo 26

47 2 0
                                    

16 de agosto de 2021.

— Por fin somos libres, no más tareas, no más proyectos. ¡No puedo con tanta felicidad! —exclamó Joel, al relajarse por completo en el sofá.

— Eso no te queda decirlo —murmuró Lara, viéndolo de reojo. Aún seguía tecleando en su móvil.

— ¿Por qué no?

— ¿Olvidas que tienes que presentar el examen de recuperación de contabilidad? —se detuvo para enarcarle un ceja.

— ¡Maldición! Lo había olvidado. —puso los ojos como plato.

— Yo que tu mejor me pondría a repasar esos ejercicios...

— Lo puedo pasar. —replicó, muy seguro.

— ¿Y cómo lo pasaras según tú? —le preguntó Alexito, curioso.

— Tengo mis métodos...

— Creo que esos métodos no funcionan.

Se pasó al sofá donde estaba sentada para quedar a mi lado.

— Emi, tú me podrías ayudar, ¿verdad? —me sonrió como angelito.

— ¿Yo...? —balbuceé, torpe. Había estado algo perdida en mi teléfono leyendo. Al fin había encontrado el libro que tanto había estado buscando y eso fue gracias a Mateo. Él lo había logrado descargar en una página con muy buena calidad.

— Eres buena, lo he visto.

¿Buena? Este chico debía estar bromeando.

— Creo que el único que te podría salvar aquí es Mateo —le dije mientras todos acertaban con la cabeza.

— ¿Qué? —. No tardó en aparecer de la nada. Venía de la cocina y sostenía un bowl lleno de comida en las manos.

Joel no dudo ni un segundo en mostrar una cara de angelito mientras se apartaba para cederle su lugar, que estaba junto al mío.

— ¿Y este que tiene? —lo miró sorprendido, al ver que no se oponía en lo absoluto.

— Quiere que le ayudes a pasar su examen de contabilidad —dijo Lara, delatándolo.

Mateo le enarcó una ceja, como si en parte le hubiera sorprendido escuchar eso.

— Por favor Mateito, eres mi única esperanza —le puso una cara de perrito tierno.

— ¿No que eras bueno en eso?

— No cuando me he salteado un par de clases y él te cuadra o no te cuadra entra en vigor.

— Eso te pasa por no entrar... —deslizó su brazo por el respaldo del sofá.

— Tú tampoco entras —le reprocho.

— Pero yo si tengo muy buenas razones.

Le hizo una mueca.

— Claro, ¿viajar y correr cochecitos?

Él solo se encogió de hombros.

— No entiendo porque aun quieres seguir en la universidad —le dijo—. Tienes tu vida resuelta y además, una carrera más prometedora.

Mateo solo lo veía divertido.

— Con esa actitud, no creo que logres convencerme —le advirtió.

— Vamos, Mateito... —insistió de nuevo —. ¿Lo harás?

— No.

— Venga, ¿qué te cuesta ser amable con tu mejor amigo?

TODO PARA NADA - PARTE 1 Y PARTE 2Where stories live. Discover now