Capitulo 2

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¡Qué día! ¿Qué posibilidad hay de que un ex admirador tuyo se convierta en el presidente de tu país? Además no sé si es la ropa o el puesto pero se veía tan atractivo. Es como vivir un sueño de niña.
Después que se fue tan a prisa acompañado de la mayoría de los hombres que ahí estaban, el hombre calvo y el hombre serio me dieron la mano y me acompañaron afuera de la gran casa ubicada en medio de la nada. Me costaba trabajo creer que un lugar así estuviera en la ciudad.
Al salir me dí cuenta que la otra limusina ya no estaba, el presidente era trasladado en ella. Así es, por más que trataba en automático le decía "el presidente" y no Esteban como se podría esperar. Eso me dió a entender que si había quedado apantallada por lo que él había logrado ser.
Ni siquiera iba tan arreglada como para impresionar. Había elegido ropa tan casual y un peinado nada grato para lo que me ocurrió ese día. ¡Que vergüenza que él y toda la guardia presidencial me vieran así!
Mi vanidad era lo menos importante en ese momento. Al subir al automóvil lujoso, abandonado aquella casa y aquellos sofás, comencé un análisis sobre mi vida. Yo era una persona de clase media alta pero jamás había tenido lo que él logró. Me gradué y ejercía mi profesión pero nunca pensé ser tan grande como para llegar tan alto socialmente hablando.
Fue una fortuna que él, a pesar de todo lo que logró siguiera siendo tan humilde y por supuesto conservara sus buenos gustos.
Claro que yo no era fea, que ese día no me arreglara no significa que cambié a nivel físico desde la prepa. Me consideraba incluso más atractiva, mi cuerpo se mantuvo bien con el ejercicio y por supuesto mi rostro bello y conservado. Tampoco me consideraba una modelo famosa pero me defendía.

—Suba por favor.—Interrumpió mis pensamientos el hombre calvo. Esta vez usó una voz más seria que al inicio.—La dejaremos aproximadamente en el lugar donde la recogimos.

—¿Aproximadamente?—Pregunté muy seria con aquel aviso.—Ya perdí todo el día, ¿Por qué no en mi casa?

—Por su seguridad.—Dijo con voz firme como ya era característico en él.—Créame, no querrá que sus vecinos la vean llegar en este auto. Más allá de presumir podrán pensar que usted tiene demasiado dinero y los delincuentes podrán ir tras usted. Además no debemos generar lazos hacia el presidente, así que le pediremos que en caso de no aceptar la cena con él, no diga nada de esto o nos veremos en la necesidad de intervenir.

—Ok...

Solo pude responder eso y de una manera muy asustada. Prácticamente fue como una amenaza aunque entendía sus protocolos de seguridad.

—No se preocupe. No siempre será así.—Continúo diciendo para relajarme.—Las próximas ocasiones se le asignará un chófer y un auto personal. Con eso podrá pasar más desapercibida aunque con ciertos lineamientos.

Me estaba intentando comprar seguramente, y por supuesto caí en la dulce tentación que eso ofrecía. No había nada de malo en aceptarlo, al final me podría convertir en la novia del presidente porque tuve la suerte de gustarle desde que íbamos en la prepa. ¿Qué culpa tengo yo de eso?

—Esta es mi tarjeta. Estará en contacto directo conmigo mientras resuelve la situación.

—¿Qué situación debo resolver?—Pregunté mientras aceptaba su tarjeta.—Acaso ¿Hice algo mal?

—Me refiero a que si acepta salir con el jefe.—Volvió a su tono de burla. Me hizo sentir mal el pensar que mis comentarios servían para divertirlo como si yo estuviera diciendo estupideces.—No puede enviarle una respuesta directa a él ni mucho menos ir a donde se encuentra. Como ya se le dijo, tendrá que ser muy privado.

Solo asentí con la cabeza, no quise decir nada más para no divertir a ese hombre más de la cuenta.
En esta ocasión el tráfico ya había desaparecido lo que permitió que viajaramos más rápido. En cuestión de unos 15 minutos ya estábamos más cerca de aquel parque donde me recogieron.
Supuse que esperarían a qué las personas se fueran de ahí pues entendí que una limusina podría llamar la atención demasiado y peor aún, verme a mi bajar de ahí.
El susto por el supuesto secuestro ya se me había bajado. Ahora venía hasta cierto modo relajada y feliz. No podía creer lo que me acababa de pasar así que venía analizando eso en mi mente.

—Listo señorita aquí se debe bajar.—Gritó el chófer al detenerse rápidamente.

Los guardias que me acompañaban me jalaron de una manera muy brusca y me dejaron ahí. No me dieron tiempo de reaccionar o de hacer algo más. La caballerosidad no era lo suyo evidentemente.
Al bajarme de ahí, el auto avanzó muy rápido sin dejar evidencia que yo iba en él. Conforme se alejaba entraba más en mi realidad y pensaba que había sido un sueño o parte de mi imaginación. Por eso apretaba la tarjeta que me habían dado para decirme a mi misma."Miriam, esto es real, tenemos una cita con el presidente"
Con esa mentalidad continúe hacia mi casa. Sin analizar ya había dado por hecho que iría a esa cita con él. Traté de recordar mi situación con Esteban en la prepa. Me trataba de convencer a mi misma que no había sido tan mala con él, simplemente no había funcionado. Al menos esa era una mejor idea a la que él tenía pues por la conversación que tuvimos prácticamente parecían dos mundos diferentes.
El recuerdo que me llegó fue cuando lo conocí. Primer semestre, segundo día de clases. Se acercó a mí en el cambio, yo estaba distraída buscando mi salón, al parecer él sabía perfectamente a donde ir y al verme desorientada aprovechó para hablarme con su tierna y temerosa voz.

—Hola, te toca en el salón de historia ¿Verdad?

Lo miré con un poco de irritabilidad pero le contesté bien.

—Así es, lo estoy buscando.

—Yo te puedo acompañar, voy para allá también.

Bajé mis hojas y me dejé llevar por su amabilidad.
Le dejé que me acompañara al salón donde curiosamente también le había tocado. Analizando esto puedo decir que el destino hace juegos muy extraños para unir a las personas.
Yo era tan joven y me dejé llevar por lo que ameritaba ese momento así que solo le dí las gracias, me metí al salón y me senté lejos de él. No por grosería sino porque los asientos estaban ocupados.
Sentí como me miraba mientras nos alejabamos y esa fue nuestra despedida.
En algunas ocasiones noté que él era inteligente y destacaba en algunas materias pero por mi mente nunca pasó que se convertiría en presidente. Nuevamente el destino y sus juegos.
Yendo más lejos a un futuro el cual no esperaba fuera lejano, podría decir que me convertiría en una mujer muy importante. En la primera dama… sonaba muy bien.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora