Capitulo 30

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Ahí estaba yo, conduciendo a máxima velocidad por aquella carretera. Me podia dar el lujo de hacerlo ya que no había tantos carros y el camino era todo recto. Las curvas peligrosas las había dejado atrás y ahora solo deseabas deslizarme para olvidarme de todo. Había escuchado una vez que era muy buena terapia conducir y vaya que era cierto pues sin intención, me dejé llevar por aquel camino.

El auto ayudaba mucho, era tan moderno, tan fácil de manejar, que era difícil no caer seducida ante sus encantos.

Tenía un estéreo, la radio local no sonaba, la señal se perdía, sin embargo, dejaron puesta una USB con música, era muy buena selección así que el chofer se llevaba un punto por eso.

El aire acondicionado también era una gran ventaja, hacía demasiado calor y recibir esa briza fría controlaba todo mi sistema. Los asientos eran tan cómodos qué podía descansar en ellos. Tenía un sensor de movimiento, el cual me hacía más sencillo estacionarme si es que en algún momento planeaba hacerlo. En ese momento lo que quería era seguir corriendo a tal velocidad en la que me pudiera olvidar de todo.

Había salido rumbo a lo prometido, necesitaba ir a las coordenadas para encontrar aquel maletín. Estaba un poco confundida, al fin tenía mi libertad y no sabía si quería perderla de nuevo...manejando a esa velocidad era casi un hecho que podría pasar. Conforme la adrenalina bajó, también reduje la velocidad del auto, pues no deseaba accidentarme y ya había pasado el límite permitido.

Ahora solo necesitaba ajustarme bien el cinturón y seguir avanzando. Mi rumbo era seguro, aquella carretera me llevaría a una desviación la cual me regresaría a la ciudad y de ahí tenía que tomar una desviación más hacia la carretera.

A mi padre se le había ocurrido guardarlo en medio del bosque. Una pésima elección si me preguntan porque incluso las personas que deseamos encontrarlo y que teníamos las coordenadas, nos era demasiado difícil hacerlo.

Rogaba porque no lo hubiera enterrado pues no llevaba ningún equipo para que me ayudara en esta función. Además de lo cansado que sería y yo tenía mucha prisa por irme de ahí.

Conforme pensaban esto, discutía con el espíritu de mi padre que en ocasiones se me volvía a aparecer. Reclamos tras reclamos recibía de mi parte con el argumento de la distancia que eligió así como la forma.

Después de unos minutos desahogándome con gritos y velocidad tuve que reconocer el verdadero motivo para todo eso. Me sentía muy mal desde que salí de la casa. Mi querido presidente me volvió a engañar. Pude ver muy claro todo desde la ventana de aquel cuarto en el que me permitió quedarme.

Había llegado a una mujer muy hermosa y elegante, llegó de la nada, lo cual se me hizo muy raro pues a mí entender era una ubicación secreta así que el hecho de que estuviera ahí significaba que alguien de confianza le dió esa ubicación

Después pude ver como saludó tan euforicamente a Esteban y éste le correspondió. Desde ahí puede darme cuenta que no era una relación únicamente de amistad sino que Luis tenía razón, el querido presidente tenía una novia y esta lo había ido a ver a aquel lugar en donde me metió a mí... Si, después de besarme y fingir que me deseaba, llamó a su novia para viajar con ella. Es un hombre nefasto, alguien sin honor.

Él fingió que nada pasaba, por lo menos el muy bastardo no se comportó de una manera tan cínica. Trató de fingir enfrente de su novia lo cual me dió un poco de emoción.

Solo me estaba engañando. Esteban estaba jugando conmigo, todo tenía sentido pues lo hacía únicamente para conseguir su objetivo. Nunca me quiso en verdad, aunque podía jurar que en sus ojos ví que sentía cariño, lo podía jurar, se veía sincero cuando me besó.

La novia del presidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora